Carlos E. Ruiz


Personalidad liberal en el más riguroso de los sentidos. Librepensador, agnóstico, formado en las disciplinas del estudio y la reflexión, con acendrada vocación académica. Pensador con erudición de fácil compartir. Sus más hondas preocupaciones: la justicia y la libertad. Por circunstancias de su formación y profesionalismo fue a dar a la Corte Constitucional donde lució sus condiciones de libre examen, con liderazgo de sentencias históricas que todavía tienen pensando al país y al mundo en temas cruciales de la eutanasia y el consumo de drogas alucinantes,entre otros. Su libro: "Sentencias - Herejías constitucionales" (2002) recoge esas contribuciones suyas. Sus criterios rectores como conciencia jurídica han sido, de manera imperturbable, dos: "Nadie por encima de la ley" y "La igualdad es la base de la justicia".
Su gran pasión es Sócrates que ha asimilado con rigor, hasta distinguir en los Diálogos de Platón aquellos en los que el ateniense es como es, por desarrollarse siempre en términos de la duda. Su reciente libro: "Mito o logos - Hacia La República de Platón" (2013), es rescate de sus notas en el exilio, con anuncio de un segundo volumen. Tuvo como antecedente la justificación de año sabático concedido por la Universidad de Antioquia, en 1987, para desarrollar investigación sobre "Saber, virtud y poder en Platón". Proyecto interrumpido por el asesinato del doctor Héctor Abad-Gómez, presidente del comité de derechos humanos de Antioquia, el 25 de agosto, del cual Gaviria era su vicepresidente. Con urgencia va a Buenos Aires al exilio y a pesar de las angustias y desasosiegos, se dedica a estudiar, concretando la escritura de este libro concebido "para quienes se acercan al pensamiento filosófico con espíritu lúdico y gozoso".
Los títulos de los cuatro capítulos que lo integran son seductores: 1. ¿Mito o logos? Primera encrucijada del espíritu; 2. Contemplación del ser o esclarecimiento de su senda: ¿un dilema inexorable?; 3. Del cielo a la tierra, y 4. Claridad e integridad: una pasión y una meta. Se pasea, con meditación, a partir de considerar la pregunta como anuncio del espíritu, con la claridad en la urgencia que se tiene por comprender y explicar tantas cosas que involucran al ser humano. En esta ambición nos vemos compelidos a dos caminos: uno sin límites, y el otro el de la discreción o la mesura, con el marco en verso de Hölderlin: "El hombre es un rey cuando sueña y un esclavo cuando piensa". De este modo aparecen como opuestos, pero no siempre, la fantasía y la razón, el mito y el logos, incluso el autor concibe ocasiones en que se encuentran fusionados. Se trata de la dicotomía de Platón manifiesta en el lenguaje.
Gaviria explora con detenimiento el tema del ser y de la senda, en Parménides y en Heráclito de Éfeso. Destaca en ellos la preocupación por el "saber riguroso", guiados por la intuición, a través de tanteos. La actuación de Parménides le parece singularmente memorable y usa una expresión común que ubica en forma debida los respectivos campos: "a los jonios les interesaban los árboles y a Parménides el bosque". Destaca que Parménides tuvo la lucidez de concebir que para llegar a la verdad es indispensable elegir muy bien el camino y el primero que asume el problema fundamental de la lógica.
En contraste con Parménides, Gaviria acude a Heráclito de Éfeso, un tanto críptico, con predilección por el lenguaje que lleva a interpretar de una cierta manera la convergencia entre filosofía y poesía. De recordar el generalizado conocimiento en la expresión de Heráclito: "No es posible ingresar dos veces en el mismo río". En Parménides el movimiento es ilusión; Gaviria lo ubica como metafísico y a Heráclito de moralista, quien llega al devenir, mientras Parménides al ser. En Heráclito el mundo es sensible y en Parménides el mundo es inteligible.
Este estudio le sirve a Gaviria para atisbar en sus orígenes el "sentido ético de la ley", la "existencia de normas que prescriben conductas honestas", con el ejercicio de vida que lo ha identificado, de entender y ejercer la ética en tanto estética, dos campos inseparables.
Identifica temas centrales en los sofistas: individuo y sociedad, lo político en la coexistencia, el pensamiento como progreso, el poder implícito de la palabra, la educación como factor de perfeccionamiento, la capacidad humana en la transformación de la polis. Gaviria encuentra que Sócrates asume ese conjunto de factores enunciados por los sofistas, pero cuestionando las respuestas que dieron. Cita a Cicerón para aseverar que Sócrates hizo de la filosofía un bien terrestre, con ámbito en las ciudades, hasta conseguir que fuese motivo de diálogo en las familias y elemento indispensable para indagar sobre la vida y la moral, el bien y el mal.
Gaviria se pregunta por el sentido y validez de enseñar la virtud. O, en otros términos, qué es lo que hace mejores a las personas. Para dar respuesta alude a la contraposición de las expresiones techné y areté. La primera, con el sentido de conocimiento y habilidades en una profesión, que por su naturaleza son practicables y transmisibles en la enseñanza. La segunda expresión, areté, es la virtud, que Homero había usado para denotar la excelencia humana y la superioridad de otros seres. Acude a Protágoras quien trata de definir lo enseñable: la prudencia y la perfección, que son virtudes, con lo cual se cae en especie de círculo. Entonces para explorar qué es lo que puede enseñarse como virtud, en la pretensión de los sofistas, Gaviria acude al Gorgias, diálogo en el que Sócrates quiere saber qué es lo que saben y enseñan los sofistas, para finalmente dar la respuesta: saben y enseñan el arte de la oratoria. Gaviria en este momento de su indagación establece como avance que "los hombres son mejores cuando saben cómo tratar a las personas que de ellos dependen y qué hacer con los bienes que están bajo su cuidado".
Cita a Sócrates en su defensa: "¡Dichoso yo, si supiera lo que otros no vacilan en creer que saben! Pero no sé nada, atenienses, y ante vosotros me presento desnudo y sin los adornos de una mentirosa certeza." Gaviria estima, con razón, que la vida de Sócrates es un suceso estelar en la historia del espíritu. Sócrates se hizo incómodo para el poder reinante por su método de abordar los temas esenciales, con el diálogo de libre examen, con interlocutores de toda condición, así fuesen transeúntes ocasionales o personalidades consagradas en la sociedad. Asevera Gaviria, al término de la obra, que Sócrates llevó a un grado superior la actitud precursora de los sofistas, para dar mejor cimiento a la democracia, favorecedora del logos y su consecuencia, la virtud.
"Mito o logos - Hacia La República de Platón" es bello y oportuno libro en estos tiempos tan faltos de mirarla historia sin pasión ni ortodoxia, para recordar, en especial, a los Presocráticos como creadores del pensamiento crítico, con intuición y audacia, en libertad, soportes que fueron de lo más valedero en la cultura de Occidente.
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