Camilo Gaviria Gutiérrez


A principios de los 90, por esas cosas de la vida, me vi inmerso en la participación de un gran sueño por Caldas. Un sueño que me ha estado persiguiendo desde entonces, y el cual llevo 10 años postergando. Me había prometido a mí mismo que solo volvería a manifestarme públicamente sobre este sueño el día que tuviera el coraje de tirarme al ruedo. Sin embargo, todos los sapos que me he venido tragando en la última década, me obligan a romper dicha promesa. No aguanto más, y veo con tristeza cómo nuestro Caldas está en el mismo punto de partida o más bien de no partida de principios de los 90. Los invito a que revisen cualquier indicador. Es como si el tiempo no hubiera pasado, es como si hubiéramos repetido segundo de primaria más de veinte veces, y ahora solo nos quedan 30 días para procurar iniciar un nuevo rumbo, una nueva esperanza.
Hoy tenemos la oportunidad de iniciar ese gran sueño de principios de los 90, en el cual un grupo de caldenses talentosos, irreverentes y apasionados buscaban acabar con el contubernio impuesto en Caldas por los rojos y los azules e implementar una nueva forma de hacer política y dirigir el departamento. Hoy ya no tenemos rojos y azules por aparte, hoy hemos evolucionado de colores a letras, y tenemos la coalición A y la B. ¿Qué diferencia hay entre la una y la otra? ¿Cuál es la diferencia en el actuar de los congresistas de la A y la B?
Con rabia debo decir que son la misma cosa, y si acaso difieren en que a la A le gusta la mermelada de mora y a la B la mermelada de fresa. Ambas apoyan a un presidente que nos engañó, que está perdido en el bosque, y que su única estrategia para salir de su estado, es cambiarla todos los días. Con lo cual se demuestra cuan difícil es montar un partido lejos de los anti valores que han predominado en la política tradicional.
Hoy nos quedan 30 días para recuperar el tiempo perdido, y procurar encauzar nuevamente el rumbo de nuestro departamento, liberando su administración de compromisos partidistas, para lo cual es necesario que elijamos con criterio independiente, a conciencia, y con sentido de pertenencia.
Hace poco, unos amigos cercanos me insinuaron que ya sabían por quién votaría para las próximas elecciones, a lo cual les contesté: no confundamos el aprecio y respeto que le tengo al candidato de la coalición B, con los intereses superiores que requiere el departamento en tener dirigentes independientes.
Es por ello que voy a apoyar y a invitar a todos los caldenses a votar por Eugenio Marulanda, una persona curtida en el arte de conformar equipos de alto desempeño, con todas las calidades para producir resultados extraordinarios en nuestro departamento. Su experiencia en el sector privado y gremial, junto con su autenticidad, transparencia y afinidad por lo público, hacen parte de lo que considero debe inyectarse a la próxima administración.
Desafiemos las coaliciones. Demostremos que Caldas vota con independencia y opinión. Contémosle a Colombia, que aquí estamos dispuestos a recuperar el tiempo perdido.
El 25 de agosto gritemos a los 4 vientos: Sí se puede.
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