Luis F. Gómez


No es fácil ser testigo en un proceso penal donde el Estado no ha sido capaz de darle seguridad a los testigos, por eso uno de ellos fue asesinado en un municipio de Risaralda cuando se esperaba que diera una declaración precisa y directa sobre cómo se había movido todo el tema de la determinación del crimen de Orlando Sierra. No es fácil cumplir con el deber de ciudadano ante una citación de un juez, en un país donde no se brinda efectivamente seguridad a los colaboradores de la justicia. No es fácil servir de testigo en una diligencia judicial marcada por los abogados de la defensa. No es fácil ser testigo en un proceso donde no hay parte civil apoyando la tarea de la fiscalía. No es fácil ser testigo cuando se está incriminando a una verdadera máquina de matar. Muchas de estas circunstancias se han dado, y varios ciudadanos, no obstante "todo", han decidido ir y sentarse. Jurar decir la verdad. Contar el relato de lo que saben, de lo que les consta y muchas veces de lo que vivieron de forma directa. Son testimonios llenos de vida, en un expediente de muerte. Son testimonios llenos de fuerza probatoria en un expediente intoxicado por hábiles manos. Son testimonios llenos de luz que iluminan la justicia que aún no llega. Son testimonios que también, y hay que decirlo, ponen en riesgo a quienes los hacen.
Hoy quiero rendirle homenaje al ortopedista Flavio Restrepo (dicho sea de paso, no es pariente mío) quien contra toda adversidad propia de un refugio en un país extranjero, fue a Pereira, y aunque llamado a "última hora", se sentó en la silla de los testigos y brindó piezas probatorias bien fuertes sobre la muerte de Orlando Sierra, y digo bien fuertes, porque salieron de su cercanía con la víctima, días antes que se cometiera el atentado contra su vida. Efectivamente, con nombre propio, como lo hacía Orlando en su columna "Punto de Encuentro" y con él mismo lo ha hecho también en el periódico, explicó lo que le consta sobre la posible determinación del crimen. No es fácil hacer lo que Flavio ha hecho. Luego de más de 10 años, estamos acercándonos de manera implacable a los responsables intelectuales del crimen. Servicios como el que el doctor Flavio está prestando como ciudadano colombiano, es lo que necesita el país para salir de la impunidad. Son los ciudadanos que en los momentos de verdad, están allí dispuestos a colaborar con el Estado y la Justicia. Espero que el Estado le brinde la protección necesaria, que él se pueda sentir tranquilo de todo tipo de presiones, administrativas, policiales, sicariales y hasta jurídicas. No hay que dejar solas personas que como Flavio le devuelven a la sociedad ese papel de corresponsables de nuestra historia.
Insisto, y espero que las autoridades sean cuidadosas con el tema de la seguridad de Flavio Restrepo.
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