La estrategia cafetera del país hay que replantearla, y muy de fondo, si queremos tener café, caficultores y exportaciones de café en el futuro. Y no es terrorismo, sino sencillo pragmatismo.

Sabemos que la comisión de alto nivel que estudia la situación cafetera y que hará recomendaciones para diseñar la política pública para ese sector y en general para redefinir la estrategia cafetera del país está trabajando seriamente. Por ello no estamos de acuerdo con la manera poco seria como algunos productores trataron recientemente a la cabeza de la comisión, Juan José Echavarría. Si es con rechiflas y no con argumentos como se va a hacer la discusión, estamos perdidos. Una cuestión es la participación democrática, pluralista y abierta, pero otra, por el contrario, es la actitud infantil de no querer oír lo que no le gusta. En esto el gerente de la Federación, Luis Genaro Muñoz, debe ser muy cuidadoso para no congraciarse con las barras y dejar los argumentos de lado.

Creemos que la comisión debe hacer un balance muy cuidadoso entre lo político y lo técnico. Hay que proponer soluciones y que ellas sean políticamente viables, sabiendo que hay que hacer cambios profundos si queremos de veras darle sostenibilidad a la caficultura nacional. No será fácil, pero la comisión debe hacer un esfuerzo muy grande por explicar con mucha claridad sus sugerencias y recomendaciones. Hay que diseñar un proceso de comunicación muy bueno para que los esfuerzos académicos y técnicos no sean sencillamente rechazados de entrada y sin discusión.

Un tema que creemos debemos debatir con la cabeza fría es el respectivo al café robusta. Pues en otros países ha sido muy exitosa la mezcla de producciones. Bien sabemos que nuestro café arábigo está bien posicionado y está en las montañas en pequeñas propiedades. Mientras que el café Robusta es propio de zonas más bajas y que podrían ser plantados en algunas partes de los llanos, en grandes extensiones. Si pensamos en la posibilidad de combinar estas producciones, podríamos hasta tener una fuente de financiación a través de subsidios cruzados, que los cafés Robustas nos apoyen a los cultivadores de arábigos. Países como Brasil, México, Guatemala y algunos asiáticos lo están haciendo y con éxito. En Colombia no podemos ahorrar esta discusión y la debemos dar muy a fondo. No nos podemos dejar asustar con el fantasma de la pérdida de credibilidad del café tradicional. Los compradores no son estúpidos, ellos reconocen la calidad.

De otra parte, sobre la institucionalidad cafetera, creo que ha llegado la hora que los miembros del Comité Nacional de Cafeteros sean elegidos de manera directa, como son los miembros de los comités municipales y departamentales. De otra parte, que se coloque un límite a la reelección de los miembros. Es realmente asombroso cómo algunos de ellos en la reciente historia cafetera se han "eternizado" en sus cargos. Es bueno y saludable un poco de continuidad, pero no tanta, pues realmente la renovación es positiva para generar nuevas ideas.

También es importante que se abra la discusión alrededor de los llamados "bienes públicos cafeteros". ¿Cuál debe ser la función óptima del servicio de extensión de la Federación y Cenicafé para que se dé un mejoramiento continuo de nuestra caficultura? ¿Es la "garantía de compra" un bien necesario, o genera más distorsiones que aquellas que busca solucionar? ¿Cuál es la mejor estrategia de inversión en publicidad y uso de la marca de Café de Colombia para los años venideros?

Esperemos que el 2014 nos traiga una profunda reflexión y renovación en la estrategia cafetera, y que como país, tengamos la madurez y sentido de responsabilidad con el futuro para tomar las determinaciones que se requieran.