Luis F. Gómez


Me correspondió abrir el desfile de testigos en la audiencia pública que se le sigue a los sindicados de la muerte de Orlando Sierra. El proceso quedó finalmente radicado en Pereira, por impedimentos del juzgado de Manizales. En la sala 7 de audiencias, el juez Carlos Eduardo González Ángel dio, luego de una demora como de una hora y media, inicio a la audiencia. Una sala pequeña para tanta gente que quiso venir a observar la diligencia, especialmente medios de comunicación y amigos de los sindicados, varios de ellos de Supía. Una audiencia con unos 10 años de retraso. Una audiencia que llega ya no luego de un crimen, sino de muchos que se han cometido para no dejar al descubierto a los reales determinadores del asesinato. La cascada criminal de este caso es realmente espeluznante, el expediente chorrea sangre por todas partes. Por ello, seguramente al fiscal le dieron un esquema de seguridad para su estancia en Pereira. La audiencia más que ser un juicio contra una persona, es fundamentalmente un juicio contra una máquina de matar bien peligrosa.
Allí llegaron esposados dos de los sindicados que están privados de la libertad, igualmente, llegó la "guardia" jurídica de los procesados. Abogados, voceros y asistentes de estos, era todo un staff de abogados que cualquier criminal de marca mayor quisiera tener a su servicio. Los abogados de los sindicados mantenían comunicación rápida a través de papelitos amarillos que iban y venían, para apoyar al que estaban interrogando. ¿Quién estará pagando este séquito jurídico? Al otro extremo se encontraban el fiscal con su ayudante, quienes con las uñas y no obstante el miedo de muchos testigos han logrado presentar un caso sólido. Finalmente, la representante del Ministerio Público me hizo recordar que el último impulso investigativo fue solicitado precisamente por el Procurador General de la Nación, cuando señaló que había que llegar hasta los determinadores del crimen y lo dijo con nombre propio.
La hipótesis explicativa de la muerte del periodista y exsubdirector de LA PATRIA es clara: fueron sus columnas. Por su punto de encuentro, como se llama su columna dominical, lo mataron. La columna de opinión más leída del periódico se convirtió en su guillotina, así como lo era para la corrupción. Y mataron a Orlando Sierra y hoy por hoy la justicia está cerca de encontrar la verdad material del caso. El expediente es pesado, no solo por la gran cantidad de cuadernos que tiene, sino especialmente por la gran cantidad de muertos que lleva a cuestas.
La sociedad está esperando un veredicto, en justicia. Que restablezca el reinado de la ley frente a la violencia; coloque el respeto a la vida humana ante el atropello de los derechos fundamentales. No será fácil, pero si se da una lectura reposada y con la conciencia en las dinámicas de muerte que están superprobadas en el expediente, se podrá ser muy riguroso con la pena.
Después como de dos horas y media de interrogatorio, me quedó muy claro que el expediente está fuerte, que tienen una línea conductora muy seria; esperar que la verdad formalmente definida en el juicio sea congruente con la verdad real de los hechos. Que los tóxicos colocados para desviar la atención de la investigación, todos ellos bien infames, no desvíen la atención del juez.
Finalmente, me consuelan las palabras de la agente del Ministerio Público, que quedó sorprendida por la muerte de Pilar Vallejo López y que su expediente no haya caminado en la Fiscalía de Caldas. Qué bueno que lo sacaran de las cajas donde reposa en algún depósito oficial.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015