Álvaro Gartner


Dos preguntas en una habremos de contestar los colombianos en octubre 2. La primera versa sobre un hecho cumplido, así sea endeble: “¿Apoya usted el acuerdo final para la terminación del conflicto?”. La segunda será un ejercicio de adivinación: “¿…y la construcción de una paz estable y duradera?”. Aquella tiene carácter jurídico, pues aprobará o no pactos que causarán efectos en toda la población.
La otra es mera expresión de un deseo. Sobre todo en materia de estabilidad y duración, habida cuenta del escepticismo de buena parte de los eventuales votantes, careados por señores de la guerra; la pusilanimidad de un firmante y la volatilidad del otro. Es claro, entonces, que el interrogante secundario es capcioso, porque no es un acto como tal, sino un proceso derivado del primero, hasta ahora incierto.
Y aunque la ‘ligera de cascos’ RAE aceptó hace años el uso del verbo ‘construir’ para actos intangibles como la elaboración de frases, rechina en lo relativo con la paz… a menos que ésta sea solo eso: una frase. No han dicho si será ‘construida’ con los ladrillos de los discursos de Santos o con los bloques de la Farc que se desmovilicen…
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Como este texto fue escrito antes del cierre del mercado del fútbol en Europa, no sé si James Rodríguez todavía sea del Real Madrid. Si lo es, demostrará su importancia en ese equipo; si fue transferido, se quitará de encima a una prensa española chismosa, especulativa, malintencionada, sucia, entrometida y arrogante. Hay excepciones, que por curarse en Salud trabajan en Colombia.
El único pecado del colombiano es ser un ‘sudaca’ que dio papaya con algunas salidas en falso personales y malos partidos, lo cual es perdonado a otros futbolistas de menor calidad por ser europeos. A James no, porque su origen permite a los cargaladrillos chapetones sentirse casi arios y mirar para acá por encima del hombro, tal como hace el resto de Europa con ellos, porque los ven como el patio trasero de ese continente.
Al leer las estupideces que los reporteros de allá escriben sobre… todo, parecen preferibles los sedientos de sangre de RCN y Caracol. Ah, éste es de españoles.
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¿Volverán los convites? En vista de la tardanza del alcalde de Aguadas en cumplir con una promesa de campaña, algunos vecinos del barrio Corozo arreglaron una calle con sus propias manos… y recursos. Acto de civismo y reproche al mandatario por prometer lo que no pudo o quiso ejecutar. Corta su felicitación y largas sus disculpas.
Resucitan en el recuerdo los convites para abrir o arreglar vías, levantar casas o ayudar a un necesitado: las mujeres hacían sancocho y los hombres echaban pala, pegaban ladrillo o aserraban durante varios domingos hasta terminar. Al final se festejaba lo hecho. ¡Cuántas obras surgieron de esa manera!
Los convites serían excelente medio para ‘construir’ una sociedad de individuos comprometidos con el común. Pero relevarían al Estado de cumplir con su obligación y abundarían funcionarios echados sobre las petacas diciendo que tendrán recursos para encargar la placa que perpetúe como propio el trabajo ajeno.
O que los buenos ciudadanos terminen regañados por genios como el exsecretario de Planeación de Manizales, José Fernando Olarte, quien con el sentido gregario de un rinoceronte negro, “no ve como un pecado” el civismo sino la falta de asesoría oficial (LA PATRIA, 30.08.16). Prefiere que la iniciativa popular se desvanezca en tramitologías y la vuelva añicos la supervisión de algún experto en naderías. (¡Tuve que fruncir los dedos para no clavarle un adjetivo!).
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Aclaración que debiera ser innecesaria: así como los periódicos advierten que las opiniones de los columnistas son responsabilidad exclusiva de estos, a veces debe el escribidor explicar por qué escribe. Hoy lo hago, porque un ignorante aseguró que cierta columna mía fue escrita, o dictada (lo cual sería peor) por otra persona para expresar opiniones que no podía dar de manera directa.
Sin mala fe, el zafio solo quiso mostrar inteligencia que no tiene y espera le sea contagiada. Lamento desanimarlo: esto no es posible. Y a diferencia suya, soy muy capaz de tener ideas… varias a la vez. Por eso escribo lo que me provoca, sin consultar con nadie. ¡Soy periodista, no amanuense!
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