Camilo Vallejo


Se nos olvidó imaginar para los peatones. En casi todas nuestras conversaciones sobre la ciudad ni siquiera son un tema. Si acaso aparecen en las noticias cuando ya han muerto atropellados, cuando ya para qué.
Caminar es de esos actos que de ser tan humanos y primarios terminan convertidos en obviedad. Hasta olvidamos que caminamos cuando estamos caminando. Y está bien, imagino que esa es la idea, que caminar sea solo un vehículo silencioso en el que vamos pensando, añorando, recordando, conversando.
Pero las ciudades hicieron que caminar se volviera algo engorroso y algo a lo que debíamos temer. Entonces nos obligaron a tener cuidado, a mirar para lado y lado, a cruzar rápido. Al peatón lo pusieron a compartir el espacio público con los carros y los buses, máquinas más fuertes, duras y rápidas, sin que nadie se tomara la tarea de equilibrar las cargas. Porque al final se trata de eso, que alguien se ponga del lado del peatón y que los más fuertes, duros y rápidos no lo sean tanto.
Así pues, hoy caminar debería ser una obviedad para el peatón, pero no para quienes crean y dirigen las ciudades. Pero estamos al contrario, los planificadores urbanos se olvidan que caminar es parte de vivir en la ciudad, y los peatones están obligados a estar pendientes de que caminan, no tienen tiempo para la introspección o la conversación, están demasiado ocupados caminando.
En Colombia el show se lo viene robando la bicicleta hace años. Una buena noticia que obligó a que las ciudades transformaran sus espacios y los comportamientos de sus ciudadanos. Pero en ocasiones este ímpetu jugó en contra del peatón. ¿O cómo más se explica que las ciclorrutas en algunas ciudades se hayan hecho sobre los andenes? Al activismo de la bicicleta en Colombia se le debió sumar el activismo por el peatón, para que aprendiéramos que las ciudades también se transforman si tenemos a los peatones en el centro.
En la última medición de Manizales Cómo Vamos se encontró que, entre las ciudades que son evaluadas por la red Cómo Vamos, Manizales es la ciudad en la que más gente se moviliza a pie. Sin embargo, en 2015 la cifra bajó del 18% al 13%. De otro lado, LA PATRIA informó hace poco que en lo que va de este año ya van casi 20 peatones muertos en accidentes. Una paradoja, aunque también una oportunidad para evaluar nuestra postura con los que caminan la ciudad.
Hay que pasar de la cultura de la legalidad a la transformación urbana. Es decir, que ya no se trata solo de que el peatón y los vehículos cumplan normas de tránsito, como cruzar por las cebras y puentes peatonales, sino que debemos empezar a revisar la pertinencia de esas normas y, sobre todo, si defienden los derechos de los peatones o de los conductores.
Por ejemplo, a raíz de la muerte de peatones en Manizales en las últimas semanas, la Policía de Tránsito recordó algunas normas. La que más llamó la atención fue aquella que obliga a que los mayores de 65 años y lo menores de 10 caminen siempre acompañados. ¿De verdad es el tipo de ciudad que queremos? ¿Una en la que nuestros adultos mayores y nuestros niños no puedan caminar con autonomía? ¿Cuánto miedo a la calle estamos dispuestos a seguir cultivando?
Otro ejemplo: ¿alguien ha pensado en lo engorroso que es un puente peatonal? Una estructura hostil con los caminantes, a veces riesgosa, que no diferencia con el adulto mayor o el discapacitado, que solo privilegia un derecho absurdo del conductor a no tener que parar ni disminuir la velocidad. Pero los normalizamos, los hicimos parte indispensable de las ciudades y, peor aún, los asumimos con una garantía de protección para los peatones.
Manizales es paradójico en lo peatonal. Mientras las cebras de la avenida Santander son un ejemplo para el mundo, en la que los peatones cruzan a nivel del piso, sin semáforos, y los conductores disminuyen la velocidad, en otras partes encontramos avenidas sin cruces y con altas velocidades, como la Kevin Ángel, complejos viales sin senderos peatonales o andenes en mal estado y llenos de obstáculos para los que caminan.
Para transformar la ciudad, hay que poner en el centro tres perspectivas: Que los peatones tienen derechos, que los peatones son los más vulnerables en la vía y que todos somos peatones en mayor o menor medida.
En la próxima columna lo desarrollaré y resaltaré algunos desafíos para Manizales.
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