Alvaro Segura

En dos semanas estaremos enfrentando la crucial cita democrática para elegir nuevos gobernadores, alcaldes, concejos y asambleas, además de juntas administradoras locales (JAL), y lo cierto es que la realidad política no permite vislumbrar un panorama despejado, sin oscuros nubarrones, lo que hace temer que la ciudad, especialmente, se vea abocada al freno en sus distintos procesos de desarrollo, los cuales hoy la tienen como el espacio con mejor calidad de vida del país según los resultados de mediciones y de percepción del programa Manizales cómo vamos.
Y es que faltándole muchas cosas aún para ser la mejor, este es un paraíso, comparativamente con otras ciudades de Colombia, por eso hay que alertar sobre la necesidad de elegir el mejor programa y el mejor ejecutor del mismo.
De los cuatro candidatos a la alcaldía tengo que decir que me preocupa enormemente Octavio Cardona, no por la persona ni por sus capacidades, pues es un hombre agradable, inteligente y conocedor de la ciudad, sino por el apoyo que tiene. Y esto no es una simple impresión a partir de panfletos que circulan en contra de su campaña, sino que tengo razones de peso para temer que se esté gestando un zarpazo político de un sector liberal que quiere, a como dé lugar y bajo un desmedido interés de poder, echar mano de la joya de la corona como lo es Manizales en el contexto de la política caldense.
No estoy tranquilo y no puedo callar frente a una respuesta de Octavio Cardona hace cerca de tres meses cuando todavía sin decidir si iba o no a ser candidato (a lo mejor ya lo tenía decidido) me dijo en una charla que sostuvimos por iniciativa suya, al preguntarle cuál sería su suerte frente a esta apuesta, que él hacía lo que el Representante a la Cámara Mario Castaño le dijera. “Si me dice que sea candidato a la alcaldía, me lanzo a la alcaldía; si me dice que le cargue la maleta, le cargo la maleta; yo hago lo que él me diga…”.
Eso para alguien que desde hace algún tiempo venía con intenciones de lanzarse por el primer cargo municipal y que tras no recibir el apoyo del Partido de la U, en el que militó hasta hace cerca de un año cuando renunció al Concejo, si bien no es pecado y lo podía hacer sin ningún problema, sí pone a pensar sobre qué independencia podría tener en caso de ser alcalde de esta ciudad frente a quien de manera absoluta y polémica rige hoy el partido rojo en Caldas.
Igual me surge una duda con respecto a lo que ha sido la inversión de la campaña a la alcaldía de Cardona. Él sostiene en foros y debates que no se gastará más de 500 millones de pesos, pero es claro bajo las más elementales matemáticas que la organización de decenas de concentraciones en zonas urbana y rural, más muchos otros elementos que obliga una aspiración de esta naturaleza, le hicieron pasar hace rato por esa cifra.
Tampoco puedo dejar de mencionar el hecho de que Cardona teniendo el apoyo de Castaño no resulte directa o indirectamente relacionado con el exgerente de la Industria Licorera de Caldas, Carlos Arturo Fehó, prófugo de la justicia, pues además de que ambos trabajaron con el condenado que sigue huyendo, el congresista ha tenido contactos con éste como lo reconoció públicamente el año pasado.
Dejando a un lado a Octavio Cardona debo decir que en lo que respecta a Adriana Gutiérrez es una mujer incansablemente trabajadora que tiene la enorme ventaja de que el expresidente Álvaro Uribe la quiera y la acompañe, algo que seguramente la mantiene en muy alta preferencia por la simpatía de la que éste goza en estas tierras; sin embargo no sé qué tan contraproducente le pueda resultar el haberse aliado con su archienemigo de toda la vida, Ómar Yepes, a quien ella tanto cuestionó por lo que hizo durante años la coalición yepobarquista en Caldas. La vida política da muchas vueltas y aunque ella se cuide de aparecer al lado del exsenador conservador, el solo hecho de que exista entre ambos lo que ella tanto criticó le puede restar más votos de los que él quizás le vaya a aportar.
A Luis Roberto Rivas se le nota demasiado cauto y sereno en esta campaña, con una actitud diferente, muy respetuoso y cuidándose de no explotar, a diferencia del que se le conoció en su corta pero fructífera alcaldía en la que en tan solo dos años hizo infinidad de obras de todo tipo demostrando dinamismo y capacidad de gestión pero con un férreo carácter. Hoy juegan en su contra varios procesos penales aun abiertos y a favor el hecho de que recogerá los programas más representativos del saliente alcalde Jorge Eduardo Rojas que termina con alto reconocimiento y aceptación popular.
Y Luis Fernando Acebedo resultó ser un interesante candidato por su formación académica, lo que le dio un plus alto a la hora de los debates y foros. No obstante la férrea oposición que maneja frente a muchas de las políticas de la administración saliente, incluso contra los programas más exitosos, no le permiten ver el bosque completo y queda como enemigo de las buenas acciones, incluso de las mejor calificadas nacionalmente.
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