Alvaro Segura


Además de tristeza, preocupa enormemente la situación que enfrenta Caldas por cuenta de la demanda que contra la elección de su gobernador Guido Echeverri Piedrahíta llevó a la Sala de lo Contencioso Administrativo del Consejo de Estado, en su Sección Quinta, con ponencia de la magistrada Lucy Jeannette Bermúdez, a determinar una suspensión provisional del mandatario mientras se estudia de fondo la demanda contra la elección del referido por la supuesta inhabilidad para aspirar al cargo pues lo suyo representa una reelección inmediata, prohibida por la Constitución.
Cómo no va generar malestar que cuando apenas comienza su labor (con 70 días de mandato), después de una ardua y costosa campaña (como casi todas en este país) y una vez decidida una elección por abrumadora mayoría, como lo fue el caso del actual gobernador, venga el anuncio de esta alta corte que advierte sobre la posibilidad de enterrar de un solo tajo lo decidido por casi 200 mil ciudadanos.
Es claro que en una sociedad de derecho, como la nuestra, todos los actos y personas son y podemos ser objeto de demandas e imputaciones legales cuando alguien así lo crea, que es lo que le pasó a Guido Echeverri en su primer mandato y en esta segunda ocasión. Pero, ¿acaso su anterior elección, es decir la primera, no fue dejada sin sustento jurídico por el mismo Consejo de Estado que la anuló llevando a Echeverri a quedar sin reconocimiento alguno como jefe administrativo de Caldas? ¿Acaso no fue esa misma corporación judicial, a través de su Sala de Consulta, la que conceptuó el año pasado, en plena campaña electoral, que sobre el hoy demandado no había inhabilidad alguna para aspirar al cargo que hoy ostenta?
No soy abogado, pero sé que esta es una ciencia que admite múltiples interpretaciones, sin embargo me arriesgo a recibir todas las críticas que consideren juristas, expertos, académicos, novatos, sensatos y apasionados, por exponer aquí situaciones o circunstancias salidas de los cabellos, pero en la piel del colombiano del común y más especialmente en el caso de una gran mayoría de ciudadanos de Caldas no cabe razón para decir que aquí hubo reelección inmediata cuando entre la primera elección, que además quedó sin validez al ser anulada, y esta última (octubre pasado) hay un hecho cumplido y aceptado a la luz de la Constitución como fue la escogencia y el mandato que desarrolló por casi dos años y medio Julián Gutiérrez Botero.
Lo otro ya es enredar el tema, de si fueron o no cuatro años como lo establece la Constitución, de si Guido Echeverri renunció a pesar de haber sido destituido, de si es culpa de él buscar repetir esta vez a pesar de las advertencias, en fin. Y mi posición nada tiene que ver con una preferencia electoral o una simpatía política. No soy del Partido de la U, no estoy en el Centro Democrático, no voy con el Conservatismo, no me identifico con el liberalismo, estoy muy distante del Polo Democrático y no comparto las tesis de Cambio Radical, entre tantos otros asuntos que puedan exponer.
No voté por Guido en su primera elección, siendo gran candidato. Pero igual creo que hizo cosas interesantes, aunque también se equivocó mucho, en un momento muy crítico para el departamento. Esta vez Echeverri fue el mejor candidato, y sus credenciales así lo destacaron, sin entrar en detalles de cómo le fue en los debates, pero al final fue él, gracias a su carisma, a su personalidad, a su serenidad, a su respeto por los demás, a haber estado menos de dos años en el cargo y a su falta de arrogancia el que se llevó el triunfo con una votación histórica que incluso superó la de los partidos que lo apoyaron.
Hoy es Caldas el que se enfrenta a las nefastas implicaciones que pueda traer otra anulación de la elección de su gobernador y el que se verá abocado a pagar los platos rotos de un caso que en la estricta realidad del derecho es posible, aunque también en el derecho puede primar, y prima la mayoría de las veces, la sensatez de quienes tienen la capacidad de medir los alcances de un fallo y los impactos positivos y negativos de sus decisiones. Aquí, con todo el respeto de quienes tengan la razón, que seguramente los hay por encima de mis pobres y absurdos argumentos, también hay que poner en la balanza y sin trasgredir el derecho la necesidad de que el departamento supere ojalá sin costos onerosos este inmerecido acontecimiento.
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