Alvaro Segura

Nos volvemos a montar en la montaña rusa de Aerocafé. Pero esta vez más que justificar y recabar en las bondades técnicas y de impacto económico que para Caldas y la región tiene esta mega obra, algo que fue desplazado por cuenta de los escándalos y errores del pasado que allí se cometieron, lo que necesitamos es dejar en evidencia quién tiene hoy la sartén por el mango, políticamente hablando, para desempantanar este proyecto en el que mal contados están invertidos 200 mil millones de pesos que son dineros públicos.
Creería uno que la última palabra es la del presidente Juan Manuel Santos quien tiene la facultad de mover los hilos del poder nacional para definir si algo de interés público que requiera el concurso político y económico del gobierno central se hace o no. Pero ahí es donde surge la duda pues alrededor del citado proyecto aeroportuario hay tal cantidad de intereses económicos regionales y nacionales que la orden parece ser bloquearlo sin importar la palabra empeñada y los compromisos firmados por el mandatario nacional de hacer unas importantes contribuciones, así sean a cuentagotas.
No sorprende que hayan pasado dos años y medio, desde ese jueves 3 de octubre de 2013, cuando el presidente Santos en una jugada quizás audaz, pues estaba ya en el arranque de su campaña de reelección, dijo en Termales El Otoño ante los entonces Alcalde de Manizales y Gobernador de Caldas, Jorge Eduardo Rojas y Julián Gutiérrez, respectivamente, además de los congresistas de entonces allí presentes, y representantes gremiales, que el gobierno concurriría con 50 mil millones de pesos, $30 mil millones de la vigencia del 2014, y los otros $20 mil millones correspondientes a los años 2012 y 2013.
Pues bien, de eso a la fecha ni un peso se ha entregado, y peor aún si se tiene en cuenta además que el 14 de abril de 2015, es decir hace un año, en una de las salas de la Alcaldía de Manizales, el Ministro de la Presidencia, Néstor Humberto Martínez (hoy en la terna como candidato a la dirección de la Fiscalía) y el director de la Aeronáutica Civil, Gustavo Lennis (tampoco está en el cargo) firmaron un memorando de entendimiento de 11 puntos en el quedaba claro que Aerocafé era un proyecto con viabilidad técnica y operativa, y que había que definir el esquema financiero.
Se trata de dos acciones ineludibles que demuestran cómo este gobierno ha jugado con Caldas con respecto a este proyecto y de qué manera se nos incumple con promesas oficiales, mientras vemos pasar un desfile de recursos nacionales nunca antes visto, de poco más de 3 billones de pesos, los cuales están destinados a mejorar la infraestructura aeroportuaria del país, sin que en estos casi tres años nos entreguen apenas los $50 mil milloncitos que representan el mayor empuje para empezar a perfilar la pista de 1.460 metros que hace parte de la primera fase de Aerocafé.
El pasado 2 de marzo el presidente Juan Manuel Santos dijo: “Más de 3,1 billones de pesos invierte el Gobierno en aeropuertos del país. Las obras se extienden a 58 terminales aéreas en 26 departamentos de Colombia”. ¿Y dónde está Caldas? ¿Por qué no figura Aerocafé?
Frente a semejante realidad de incumplimientos lo único que nos queda es seguir trabajando fuerte y unidos por hacer realidad una obra que no podemos negar nació coja por cuenta de los errores cometidos en el pasado donde hubo malos procedimientos y actos de corrupción que no se pueden volver a repetir, y esa es una tarea que le compete a la nueva gerenta Amparo Sánchez quien además tiene el compromiso y la obligación de hacerla transparente y devolverle la confianza técnica.
Mientras tanto las esperanzas en esta necesitada obra, así a muchos no les gusten ni la obra ni los personajes que voy a citar, hay que ponerlas en dos hombres que serán claves: uno, el nuevo Ministro de Transporte, el exalcalde Jorge Eduardo Rojas, un convencido y defensor del Aeropuerto del Café como necesidad local, departamental, regional y nacional. Él será determinante para la suerte del citado proyecto pues les puede hablar al oído al presidente Santos y sobre todo al vicepresidente Germán Vargas Lleras, el magnate político de la infraestructura nacional. Y dos, el senador Mauricio Lizcano, próximo Presidente del Congreso (si no pasa nada extraño), quien por un año, manejará la batuta del legislativo frente al gobierno en quizás la época más determinante para un cambio absoluto en el país, el posconflicto o posacuerdo.
Si con estos dos caldenses, que no se quieren, pero que tendrán que trabajar juntos, no logramos este y otros cometidos importantes para la ciudad, el departamento y la región, como por ejemplo el Sistema Estratégico de Transporte Público de Manizales, apaguemos y vámonos. Vamos a ver la casta de ambos y la capacidad de gestión que tienen para moverse en las complejas aguas del gobierno nacional.
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