En este país tan proclive a las encuestas, a ningún consultor de opinión se le ha ocurrido preguntarles a los 12.000 habitantes de Belalcázar -población del suroccidente de Caldas situada a 66 kilómetros de la cabecera departamental- si se sienten bien representados o no con su paisana Esperanza Gómez, la llamada “Reina del porno”, nacida allí hace 33 años.
El excontralor municipal de Manizales, Eduardo Gallego -coterráneo de “La Cicciolina colombiana”- deja entrever su molestia cuando se le plantea el tema: “No es ningún honor para nosotros tener por paisana a una prostituta famosa”, afirma tajantemente. Y declina abundar en más comentarios. Tampoco le interesa saber que a partir de sus 26 años la rubia ha protagonizado unas 250 películas de cine rojo como Dios la trajo al mundo o sea sin problemas de vestuario.
Los redactores de Wikipedia -la enciclopedia libre- la tratan con mayor delicadeza: “Cuando Esperanza era niña soñaba con ser modelo e inicialmente quiso estudiar agronomía en la universidad, pero cambió a la medicina veterinaria por prejuicios sociales de que era una carrera para "gente pobre y sucia". Sin embargo, esta última carrera tampoco la terminaría por su temor a sacrificar a un animal, requisito que tendría que cumplir.
La carrera de modelo de Esperanza comenzó a los 7 años. A los 16 apareció en campañas de ropa para marcas en Colombia. En 2006, Gómez ganó Miss Playboy TV Colombia, ganando así el derecho de representar a su país en la edición internacional del concurso. Cuatro años más tarde, en 2009, hizo su debut en el porno de Estados Unidos, bajo la dirección de Josh Stone. Ese mismo año, Gómez apareció en la portada de la edición de noviembre de la revista colombiana Soho, donde confesó que siempre fue de su interés ser una actriz porno”.
En una picante entrevista concedida al periodista huilense Edgar Artunduaga, director de contenidos de Kienyke.com, titulada “A calzón quita'o”, la caldense sostuvo ser una de las primeras actrices porno que no le tiene temor a lo que digan de ella, y que por eso no usa seudónimo sino que emplea su nombre propio en las películas. Contó cómo ha tenido tanto éxito en su trabajo y cómo lo disfruta. Esperanza explica, según ella, cuál es la diferencia entre actriz porno, ninfómana y prostituta. La diva habla del porno, de su esposo y acerca de la relación abierta que lleva con él y en qué momentos los celos aparecen en la pareja. Se confiesa bisexual. Le gustan las mujeres.
Advierte que jamás pretendería emular en la política a “La Cicciolina”, la actriz porno húngara que llegó a ser diputada en Italia. El apelativo traduce, en buen romano, “cariñosita o dulzura”.
Artunduaga convino estas reglas del juego para la entrevista con la Gómez: 1. Ningún tema era vedado, con excepción de la madre. 2. Todo se publicaría sin editar. 3. Ninguno de los dos cobraría. 4. En caso de convenir algo más, nada se dirá si afecta el prestigio profesional (el de ambos).
Que poco espacio para una partecita del diálogo: ¿Cómo explica tantas entrevistas y notas de prensa?
¿Cómo mide el éxito de sus escenas?
La industria del porno contrata empresas que saben cómo medir las visitas a cada actriz, cuáles son los videos más descargados, hay mujeres que no son muy bonitas pero son exitosas, persiguen sus videos.
¿Cómo se logra un buen resultado de su trabajo?
Hacerlo con pasión, dedicación, con amor, disfrutando el momento.
La apostilla: Antes de vincularse a la industria cinematográfica del porno duro, cuando alguien le decía a Esperanza Gómez que se sentara... ella se acostaba...
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