Orlando Cadavid


Los periodistas caldenses Fernando Londoño, William Calderón y Evelio Giraldo divulgaron con tres días de anticipación la gran primicia nacional sobre la caída del procurador Alejandro Ordóñez dispuesta al atardecer del miércoles por el Consejo de Estado, en sala plena.
Sin embargo, otro periodista de la comarca (Rubén Darío Mejía, oriundo de Neira) salió a los vuelos a tratar de “desvirtuar” la chiva desde su agencia Reporteros Asociados del Mundo, que funciona en Bogotá. “Eso es falso”, aseveró con aire de hombre mejor informado que el resto de sus colegas.
El pretendido “desmentido” del lunes a la noticia difundida por Londoño en “La hora de la verdad”, de La Red de RCN, y Calderón y Giraldo, a través del diario digital Eje 21, fue abortado 72 horas después en una votación del alto Tribunal de 14 sufragios contra la reelección de Ordóñez y 5 a su favor, por haber sido irregular. Se impuso la nulidad y llegó a su fin la gestión del más polémico procurador que haya tenido la Nación en toda su historia.
Antes de incurrir en su ligereza periodística, adelantada a través de estériles llamadas telefónicas, el “rectificador” no sopesó que el binomio Londoño-Calderón mantiene una amistad de muchos años con el depuesto director del Ministerio Público y que fueron vehementes defensores de su gestión por más de siete años.
El jurista conservador santandereano -hombre generalmente bien informado, con ojos y oídos en todas partes- sabía que la que acaba de concluir iba a ser su última semana en el cargo que le generó tantas molestias al presidente Santos, a quien ha maltratado en sus intervenciones públicas, en las que parece más un jefe de la oposición que un procurador en las funciones que le asigna la Constitución.
Después de que Londoño anunció que entre el lunes y el martes o por tardar el miércoles el Consejo de Estado entregaría en bandeja de plata la cabeza de Ordóñez, a sus enemigos, su coequipero Calderón reforzó la primicia al hacer sonar, al aire, la ranchera “El martes me fusilan”, de Vicente Fernández, de la que transcribimos su letra completa:
“El martes me fusilan/ a las 6 de la mañana/ por creer en Dios eterno/ y en la gran Guadalupana.
Me encontraron una estampa/ de Jesús en el sombrero/ por eso me sentenciaron/ porque yo soy un cristero.
Es por eso me fusilan/ el martes por la mañana/ matarán mi cuerpo inútil, pero nunca, nunca mi alma.
Yo les digo a mis verdugos/ que quiero me crucifiquen/ y una vez crucificado/ entonces usen sus rifles.
Adiós sierras de Jalisco/ Michoacán y Guanajuato/ donde combatí al Gobierno/ que siempre salió corriendo.
Me agarraron, de rodillas/ adorando a Jesucristo/ sabían que no había defensa/ en ese santo recinto.
Soy labriego por herencia/ Jalisciense de naciencia/ no tengo más Dios que Cristo/ porque me dio la existencia.
Con matarme no se acaba/ la creencia en Dios eterno/ Muchos quedan en la lucha/ y otros que vienen naciendo.
Es por eso me fusilan/ el martes por la mañana. Pelotón, prepareeen, apunteeen… Viva Cristo Rey y fuego”.
La apostilla: Horas antes de su posesión, ocurrida a mediados de enero de 2009, le contó en su apartamento del norte bogotano al barquero Calderón que se proponía desarrollar una gestión tan histórica como la que cumplió el jurisperito antioqueño Mario Aramburo, quien amonestó mediante oficio, en 1970, al entonces presidente Carlos Lleras, por romper la neutralidad que como jefe del alto gobierno debía observar en materia de candidaturas, pero jamás le faltó al respeto a la majestad presidencial.
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