Luis F. Gómez


“Si quieres tener agua mañana... hoy cierra la llave... verifica las llaves... toma ducha...” dice la campaña de Corpocaldas, con la cual cerraba el informe de gestión ejecutivo del 2013-2015. Muy bueno, pero insuficiente, pues toda la campaña está dirigida a evitar el derroche, lo cual es bueno, pero no suficiente. La otra cara de la moneda son los problemas de contaminación. Y al hablar de contaminación el dedo acusador se dirige a empresarios y los criminales de la minería ilegal.
El agua genera y sostiene la vida -del ser humano y del planeta-. El líquido vital es un recurso natural que tenemos la obligación de cuidar, siguiendo dos grandes premisas: no derrocharla y no contaminarla. Por su riqueza hídrica, de la región se deben hacer esfuerzos significativos para la protección de la calidad de las aguas de los ríos. Al mismo tiempo, las autoridades ambientales y de salud deben velar por el cumplimiento de las normas sobre la calidad de las aguas con ética y responsabilidad.
Colombia, de acuerdo con la evaluación del desempeño ambiental que realizó la OCDE en 2014, encontró que como economía emergente, tiene actualmente unos retos muy importantes en términos de calidad ambiental de sus recursos hídricos. Aunque el gasto público en agua y saneamiento ha aumentado en los últimos años y el acceso a estos servicios ha mejorado, es evidente que se necesita mucha más inversión para prevenir y controlar la contaminación y proveer la infraestructura tecnológica de protección ambiental que requieren los ciudadanos para ser productivos y gozar de buena salud. Por ejemplo, en el citado informe de Corpocaldas, se da cuenta que se hicieron: “2 Planes de Ordenamiento del Recurso Hídrico implementados en fuentes prioritarias del departamento de Caldas. (Chinchiná y quebrada Manizales)”. ¿Será suficiente?
De acuerdo con la OCDE, los costos anuales en salud relacionados con la mala calidad del aire y el agua equivalen al 2% del PIB colombiano.
Los resultados de la evaluación ambiental de la OCDE benefician a todos los colombianos porque están dinamizando nuestro progreso en materia ambiental. El Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible emitió la Resolución 631 a principios del año 2015, “por medio de la cual se establecen los parámetros y los valores límites máximos permisibles en los vertimientos puntuales a cuerpos de aguas superficiales y a los sistemas de alcantarillado público”. Esta resolución refuerza la normatividad ambiental, ya que se constituye en una valiosa herramienta que facilita el control sobre las sustancias contaminantes, que se generan por las actividades productivas que tiene manejo de aguas.
La aplicación de la Resolución 631/2015 supone un cambio cultural hacia un mayor respeto por la calidad del agua, especialmente desde el sector privado. La resolución cobija todas las actividades industriales, comerciales o de servicios y que en su desarrollo generen aguas residuales. A partir del 2016, las empresas deberán hacer una medición más rigurosa y reflejar esto sobre sus declaraciones ambientales anuales de vertimientos. Y de otro lado sería bueno que en la página web de Corpocaldas aparecieran las resoluciones con que se hacen sanciones a quienes atentan contra el medio ambiente de una manera clara y explícita. Esta vía, que se convierte en una sanción moral y de opinión, es clave para profundizar la responsabilidad juntamente con la educación ambiental. ¡Llama la atención que el último boletín publicado data del 7 de abril! ¿Es que no hay mucho que comunicar en esa entidad?
Ya existen laboratorios ambientales acreditados con buenas capacidades para la medición de las variables de contaminación, que se convertirán en los aliados que facilitarán el cumplimiento de esta obligación ambiental, que va más allá de una reglamentación, sino de una profunda responsabilidad con el medio ambiente, comenzando por las personas.
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