Luis F. Gómez


36 años, 3 meses y un día de pena privativa de la libertad del determinador del asesinato de Orlando Sierra es el signo de justicia. No se trata de una venganza, sino de restablecer el orden. Es la decisión de un Tribunal, donde una sala colegiada de magistrados valoran un expediente y revocan la decisión del juez de primera instancia. Fue el resultado de una acusación de parte de la Fiscalía de derechos humanos de Bogotá, porque la Fiscalía en Manizales en su momento no logró llevar a cabo la investigación. Fue el resultado de la apelación del fallo de primera instancia realizada tanto por la Fiscalía como la Procuraduría. Fue también el resultado de una presión de los medios de comunicación que de forma unánime y persistente se negaban a aceptar la impunidad del caso. Fue resultado del eco de las denuncias internacionales que los organismos de libertad de prensa que señalaron el caso como emblemático de la defensa de la libertad. Fue el resultado de la presión de la opinión pública que se resistía a que se atentara impunemente contra la democracia. La sentencia del Tribunal, que tiene 69 páginas, fundamentalmente lo que hizo fue una relectura de las pruebas. Fue un trabajo herméutico que con una visión sistemática, que permite observar de forma conjunta las pruebas, da una luz para comprender lo que ocurrió.
Más allá de las lecturas jurídicas del caso, creo que esta sentencia está cerrando un ciclo muy doloroso de la política y la vida social de Caldas y del país. Esta decisión judicial pone en claro lo que ocurrió: políticos deciden acallar la voz de un periodista que denunciaba los abusos y problemas de la forma de hacer política en el departamento de Caldas. Este es un capítulo de la política caldense que realmente fue funesto. Cuando algunos políticos para encubrir sus fechorías hacen uso de la violencia. Y esto no fue aislado, el maridaje de la política con los paramilitares con sus estructuras y prácticas violentas deterioró gravemente a los grupos políticos implicados. Este amargo capítulo debe servirnos para que en el futuro seamos muy vigilantes de la actividad política, para que ella siempre se mantenga al servicio del interés público y estemos atentos para denunciar cualquier extravío del camino.
El martirio de Orlando dice mucho para nuestra sociedad, y no solamente para los que ejercemos el periodismo. La muerte de Orlando muestra la entereza de un columnista que fue fiel a la misión que cumplía en democracia: criticar, señalar con claridad los desafueros en el manejo de la cosa pública, inspirar y formar opinión pública libre en la sociedad. Igualmente, el martirio de Orlando es una interpelación profunda para los que ejercemos el periodismo, sobre el aporte que estamos haciendo por medio de nuestro ejercicio profesional.
Ferney Tapasco debe ponerse a la orden de las autoridades carcelarias para que cumpla la pena. Le queda un recurso jurídico extraordinario que es el de casación. Pero, por lo pronto, debe cumplirse la sentencia. Hay que rendirle un homenaje al fiscal Alberto Reyes, quien hasta hace pocos meses se desempeñó como Fiscal 9 de Derechos Humanos de la Fiscalía General de la Nación, y fue el funcionario que gracias a su trabajo y dedicación logró configurar la acusación formal que hoy termina en sentencia de segunda instancia.
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