Luis F. Gómez


La época de diciembre, con el contexto de la celebración de la Navidad, es un tiempo muy propicio para reflexionar sobre la reconciliación. Un tema que se le viene al país, como nación, encima con la esperada firma de los acuerdos para ponerle fin al conflicto armado en Colombia.
La reconciliación en los diversos países donde ha habido procesos de degeneración por distintos tipos de violencia, ha tomado experiencias muy concretas. Unas basadas en sencillamente “pasar la página”, como una especie de olvido, que se hace sobre la ingenua perspectiva que olvidar asegura el perdón. Otras muy centradas de manera muy fuerte en la justicia retributiva, es decir, en el castigo a los victimarios, normalmente por medio de procesos judiciales especiales, se valora pues el restablecimiento de relaciones justas que han sido destrozadas con el conflicto, por ello la justicia retributiva ha sido complementada con la justicia restaurativa.
Algunas han focalizado el esfuerzo de reconciliación en la búsqueda de la verdad, que todo se diga y se haga la narración de la violencia desde la perspectiva de todos los actores, especialmente, desde la visión de los más vulnerables y no de los marco actores simplemente. Unas formas de reconciliación han buscado la reconciliación con base en la comprensión entre todos los actores, víctimas y victimarios, en donde la narración busca ser comprendida, con base en un profundo diálogo. Finalmente, otras buscan una justicia de oportunidades y han centrado la reconciliación en la posibilidad de desarrollar proyectos que generen un nuevo futuro económico y social para la nueva sociedad, es pues la necesidad de reconstruir una economía dañada por el conflicto, sobrepasando las injusticias estructurales de los sistemas económicos.
Cada uno de los modelos ha sucedido en un momento de la historia y en ciertas circunstancias específicas, y con un énfasis bien sea en el olvido, justicia, verdad, comprensión o desarrollo.
Otro aspecto fundamental es la perspectiva desde donde se realiza la reconciliación. Desde el individuo o el colectivo, o en un equilibrio entre ambos planos o facetas. En efecto, es vital que se evite el reduccionismo individualista o el colectivista. Ambas dimensiones hay que articularlas.
Desde un punto de vista cristiano la reconciliación significa una gracia de Dios. Como proceso, el Servicio Jesuita a Refugiados, que ha acompañado en diversos lugares del mundo este tipo de iniciativas, tiene una lectura bien interesante del camino de la reconciliación: “la reconciliación está, pues, en condiciones de asumir tanto un pasado doloroso interpretarlo a la luz de la purificación de la memoria, como un futuro más significativo y constructivo interpretado en la esperanza”.
Reconciliación significa también esperanza.
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