Luis F. Gómez


Los resultados de algunas encuestas sobre la intención de voto frente al Plebiscito han dejado al descubierto que la zona del Eje Cafetero es una donde es más frágil el apoyo al “Sí”, aunque mayoritario, y donde el “No” es mayor que en el contexto nacional solo detrás de la zona Oriente que es la más opuesta a los acuerdos. ¿Por qué esta menor sensibilidad en el Eje Cafetero sobre los acuerdos para poner fin al conflicto con las Farc?
Una primera respuesta explica el comportamiento porque esta ha sido una de las regiones menos golpeadas por el conflicto. Y que a causa de ello no ha desarrollado suficiente sensibilidad frente a los estragos de la guerra. Estragos que han sido monumentales en el país en las últimas décadas, especialmente. El número de muertos, heridos, torturados, desplazados, violentados ha sido muy grande, pero al parecer no han impactado tanto a los habitantes de la región.
Una segunda explicación puede ser debida a que es uno de los territorios donde el aparato judicial es más eficiente en el país y, por ello, hay cierta cultura de la responsabilidad sobre las conductas y en ese orden de ideas una aversión frente a todo lo que implique “impunidad” y donde la pena es sinónimo de cárcel. Si bien en los acuerdos hay todo un capítulo sobre justicia transicional, es un hecho que si los comandantes de la Farc dicen toda la verdad, no pagarán cárcel, sino que tendrán otro tipo de penas alternativas. El sistema de transición ya fue avalado por la Corte Penal Internacional, pero seguirá siendo muy excepcional.
Una tercera explicación se basa en un hecho sociológico, que señala que la gente de la región tiende a quedarse anclada en el rencor, que le es más difícil perdonar. Pues es un hecho que los acuerdos con las Farc implican de entrada una disposición hacia la reconciliación y el perdón. Implican una generosidad grande por parte de la sociedad. Pues bien, habría un recelo grande a ser generosos con los exguerrilleros.
Una cuarta explicación va por lo político. El Eje Cafetero es una región del país que ha sido tradicionalmente muy conservadora, que aún los liberales son muy tradicionalistas, donde el discurso del expresidente Uribe ha calado mucho y tiene bastante eco.
De otra parte, es curioso que las negociaciones adelantadas por uno de los hijos más importantes que ha dado la región, Humberto de la Calle Lombana, no generen en sus coterráneos una confianza especial que se vea en un apoyo masivo al texto final. De la Calle ha sido una persona que ha estado en el 91 en el proceso de la Asamblea Nacional Constituyente y ahora en la negociación de La Habana. Hijo de Manzanares, Caldas, ha dedicado buena parte de su existencia a la vida pública y ha demostrado estar al servicio del bien común. Pero no ha suscitado una confianza cualificada en esta oportunidad.
Todavía hay tiempo para que en una nueva ponderación la región pueda valorar muchos argumentos que pueden llevarla a un apoyo más copioso de los acuerdos.
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