Luis F. Gómez


La decisión de exportar café de baja calidad es un cambio fundamental en la estrategia que Colombia y la Federación Nacional de Cafeteros había tenido durante años. En pocas palabras se trata de un mercado menos regulado por el gobierno central, donde los consumidores y productores conocen sus preferencias y son capaces de identificar las diferencias entre las distintas versiones de un commodity.
Las pasillas o subproductos han sido históricamente alrededor del 10% del producto Nacional. Este año con los problemas del Niño y su verano, el Gerente de la Federación ha dicho que podrán llegar a representar el 18%.
Sin embargo, para la puesta en marcha de la posibilidad de este tipo de exportaciones, hay que tener mucho cuidado, pues no beneficiaría al pequeño caficultor el hecho que las pasillas y subproductos no pagaran contribución cafetera al momento de la exportación. La contribución cafetera se le cobra a todos los caficultores cuando se les paga el café, es pues una “retención en la fuente”. Pero solo se recauda por parte del Fondo Nacional del Café cuando el grano es exportado. Si la contribución cafetera recauda alrededor de 300 mil millones de pesos, y es el 90% de la producción nacional, los subproductos tendrían un potencial de un recaudo adicional para el Fondo Nacional del Café de unos 30 mil millones de pesos.
Los recursos de la contribución cafetera se devuelven a los caficultores en bienes y servicios como la garantía de compra y los servicios de extensión. Bienes y servicios que son deficitarios y es el gobierno con recursos de todos los colombianos quien termina cubriendo los faltantes del Fondo. Si bien es cierta que la contribución cafetera de 6 centavos puede no ser proporcional al precio internacional de subproductos y pasillas, que pueden en casos llegar hasta los 40 centavos inferior al del café excelso, tampoco tendría sentido que el caficultor se le descuente 6 centavos uniformemente sobre todo su café pero el exportador devuelva el impuesto recaudado de manera diferenciada quedando él premiado. En el peor de los casos las pasillas deberían pagar una fracción de la contribución cafetera. Aunque lo justo sería aún que pagaran lo mismo, porque en su producción y exportación consumen en general los mismos bienes públicos y servicios de la Institucionalidad cafetera. De otra parte, preocuparía generar incentivos para sacar café excelso como subproducto para evitar cobro de contribución. Habría una complicación grande para la administración de este parafiscal.
Implementar este tipo de medidas que cambian la estrategia, recomendadas por la misión cafetera a la cual el nuevo gerente comercial de la Federación contribuyó, son claves para la competitividad de la caficultura colombiana y sin lugar a dudas facilitará la apertura de mercados, diferenciación, y ampliará las oportunidades para el Café de Colombia. Pero no se deben sacrificar mecanismos de política como la contribución cafetera tan necesaria para la sostenibilidad del Fondo.
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