Luis F. Gómez


La importancia de una educación pública de calidad es crucial para un país. Y Colombia no puede seguir permitiendo que haya una brecha tan grande entre los resultados de buena parte de los colegios privados y los públicos. Es una afrenta a un espíritu democrático. Este hecho sencillamente demuestra que vivimos en una sociedad inequitativa, pues no proporciona las mismas oportunidades a las nuevas generaciones. Por ello, se convierte en una fisura de un Estado Social de Derecho y de la democracia. Así, pues, el hecho de que la educación haya pasado a ser una verdadera prioridad del país, debe tener consecuencias de verdad en el mejoramiento de la calidad de la educación pública. Por ello, el pulso vivido entre el Gobierno y Fecode, debe ser leído más allá de un problema de reivindicación de los intereses de los educadores.
Por una parte, la situación salarial de muchos de los maestros, pero no solamente de los que tienen plaza, sino de los que trabajan de forma temporal o los que tienen contratos de menos de 12 meses y que prestan sus servicios en muchos de los colegios que brindan cobertura educativa con recursos públicos, o con los operadores de los llamados colegios por concesión. En todos ellos, normalmente hay docentes muy mal remunerados y con sistemas contractuales que no les aseguran la justa estabilidad. Esta es una verdad que el Gobierno y el mismo Fecode no le han puesto suficiente atención. Los beneficios muchas veces se quedan en buena parte de los que "no están tan mal". Pero bien, consideramos en general que el mejoramiento salarial de los maestros es más que justo y el Gobierno debe hacer esfuerzos, tanto a corto como a mediano plazo, para ubicar los salarios en un buen punto que atraiga a buenos talentos para la docencia.
Pero la calidad solo se obtiene si logramos incorporar una cultura del mejoramiento continuo en la educación pública. Ya se hizo un esfuerzo con el "Día E", que puso el tema al centro de la discusión. Pero los planes de mejoramiento tienen que pasar también por los docentes. Por ello el tema de su evaluación es crucial. No es un aditamento o una talanquera para no dejar adelantar en el escalafón docente. La evaluación de los docentes es un instrumento clave para mejorar. Una buena evaluación es la que se nutre de distintas fuentes y en este caso de ser por pares (es decir otros profesores), estudiantes y padres de familia. Y debe tener no solamente elementos cuantitativos, sino cualitativos. Y con base en ellos se debe montar el plan de mejoramiento personal de cada docente. Y este plan debe ser acompañado en su ejecución. La calidad de la educación aumentará si logramos cambiar mucho de lo que actualmente ocurre en el proceso de enseñanza-aprendizaje. La evaluación no debe tomarse como un instrumento punitivo, sino como la oportunidad de oro para mejorar la calidad. Y los docentes con humildad deben aceptar que tienen mucho que crecer.
Finalmente, es fundamental la formación continua para los docentes. Y para ello se requiere que existan incentivos adecuados tanto para los maestros, como para las instituciones que pueden brindar estos procesos formativos. En el informe de la ministra de Educación se hacía notar la inversión que el Estado tiene previsto realizar en este campo, que deberá ser muy bien manejado para que realmente impacte en la docencia.
Así, pues, el paro de maestros, debemos darle una relectura más allá de lo reivindicativo, y colocarlo como un detonante de la nueva gestión y afinamiento de la política pública para el mejoramiento de la calidad de la educación.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015