El postconflicto necesita chequera. Y una chequera muy potente. En efecto, si se quiere dinamizar una intervención social para lanzar los procesos de restablecimiento de la presencia del Estado en tantos lugares donde ha habido una ausencia o una presencia a medias, las inversiones tendrán que ser significativas y efectivas. Por ello, la creación del Fondo Colombia en Paz, es un camino muy importante para asegurar un postconflicto significativo y propicio para el restablecimiento de la concordia y el desarrollo armónico en el país.
Hay que hacer tres advertencias fundamentales en este proceso de financiación del postconflicto. La primera tiene que ver con la importancia que las obras e inversiones se definan por consenso con las comunidades. Desde los escritorios de Bogotá y con los estudios de los tecnócratas podríamos tener una salida muy en falso para este proceso del postconflicto. Es vital, que los presupuestos se asignen en un diálogo participativo, abierto, sencillo y directo con las comunidades en el territorio. La paz en Colombia tendrá como escenario fundamental los territorios en las regiones. Y en este sentido hay que evitar a toda costa que los presupuestos sean asignados en oficinas de la capital.
Un segundo aspecto tiene que ver con la agilidad y transparencia del organismo que vaya a ejecutar los recursos. Ya se ha dicho por parte del Presidente Santos que con el ministro del postconflicto, Rodrigo Pardo, se asegura una gerencia a todo el tema. La experiencia acumulada en la reconstrucción del Eje Cafetero, luego del sismo de seis grados de magnitud el 25 de enero de 1999, a través del Fondo para la Reconstrucción del Eje Cafetero (Forec). Luego de las inundaciones del 2010 y 2011, Colombia Humanitaria fue otra bonita experiencia de reconstrucción. Estas “institucionalidades” fueron claves para que las respuestas fueran mucho más rápidas que la normal de la administración pública. Así, pues, para el postconflicto hay que pensar en entidades que tengan mucha agilidad, eficiencia y transparencia.
En tercer lugar, como nunca habrá recursos suficientes, hay que priorizar. Y esta labor debe ser muy estratégica. De un lado, hay que asegurar victorias tempranas para animar el proceso y por otro, hay que jugarle a transformar de una manera estructural el país, lo que pasa necesariamente por acciones de largo plazo. Bajo esta tensión, las inversiones deben ser cuidadosamente priorizadas.
Ya anuncian que la cooperación internacional ayudará a financiar los fondos del postconflicto. Pero seguramente, la contrapartida del presupuesto nacional será muy necesaria. Las regiones a su vez deben también ir pensando en el apalancamiento.
“Todos ponen” debe ser la lógica de financiación.
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