Luis F. Gómez


La carta enviada por el secretario de Estado del Vaticano anunciando la visita del papa Francisco a Colombia puso en contexto el aviso del Sumo Pontífice: la paz del país. Y en ella el papa, por medio de su secretario, hace unas interesantes interpelaciones y llamadas que deben servir para ir fortaleciendo una sociedad comprometida con la reconstrucción del país. Le habla a la misma Iglesia sobre el compromiso que espera que tenga en el proceso, igualmente, llama la atención la perspectiva eje del proceso: las víctimas y la generación de una sociedad justa. Finalmente, trata a los violentos desde la perspectiva de reconstruirles a ellos también la dignidad humana que pusieron en peligro con sus acciones.
A los colombianos en general los quiere colocar en el camino de paz, aceptando el recorrido que llevamos en este camino: "Esfuerzo renovado y movidos por la esperanza, están buscando construir una sociedad más justa y fraterna: una sociedad en paz".
La perspectiva de la paz debe ser el de las víctimas: "Hay que arriesgarse a cimentar la paz desde las víctimas, con un compromiso permanente para que se restaure su dignidad, se reconozca su dolor y se repare el daño sufrido". Y hay también una opción preferencial desde los pobres: "Hay que forjar la paz desde quienes viven la marginalidad y la pobreza extrema, desde quienes no son incluidos en la sociedad".
Y a los violentos que generaron la violencia también los exhorta a que reconstruyan su propia dignidad humana: "Que aquellos que actuaron desde la violencia, allí puedan reconocer las dolorosas consecuencias de sus acciones, con las cuales no solamente han hecho daño a las víctimas, sino que han herido asimismo su propia dignidad humana".
A la Iglesia Católica le pide que se arriesgue a fondo por la paz, que las parroquias se conviertan en verdaderos hospitales de guerra, no quiere una Iglesia tímida ni mucho menos desentendida del proceso: "Es preciso asumir el riesgo de convertir toda la Iglesia, cada parroquia y cada institución, en un ‘hospital de campo’, en el lugar seguro en el que se puedan reencontrar quienes experimentaron las atrocidades y quienes actuaron desde la orilla de la violencia. Que en la Iglesia todos hallen sanación y oportunidades para recuperar la dignidad perdida o arrebatada".
Finalmente, es claro que da una lectura teológica del proceso de paz al señalar que es el Amor de Dios el que nos debe impulsar: "Invita a ser colaboradores de la obra de la paz que nace del amor de Dios por la humanidad".
El papa Francisco se la juega así a fondo por la paz en el país, es una profunda motivación que seguramente ayudará muy positivamente al proceso.
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