Luis F. Gómez


En uno de los muchos foros realizados sobre el plebiscito en que me correspondió participar, un estudiante de colegio me soltó esta pregunta: ¿Usted realmente confía en el señor Londoño, el mismo que era Timochenko, cree en su arrepentimiento; usted cree que ellos van a cambiar de verdad? Y mi respuesta fue: Sí. Y, como muchos que votarán hoy Sí por el plebiscito, no es que seamos seguidores, ni adictos, ni fanes de las Farc, ni queramos fervientemente ver al exguerrillero de presidente, sino que buscamos que haya condiciones de menor violencia en el país y de mayor construcción democrática.
Decir que sí confío en esta persona, tiene un fondo antropológico muy importante. Y que creo que es fundamental poner de presente en este período de la historia que iniciamos en el país. Se trata de tener una visión positiva del ser humano. Y en este sentido hay que tener un horizonte de humanización, como esa posibilidad de fortalecimiento de lo humano. No se trata de ingenuidad, como alguien me señaló inmediatamente, sino que es una apuesta profunda, honda y radical en la vida: todo puede mejorar. No es sano montarse en dinámicas perversas de ver mal por todas partes y creer que nadie puede cambiar, y que por lo tanto no podemos confiar en aquellos que se han equivocado, metido la pata o errado. Este tipo de visiones negativas sencillamente nos destruyen. No permitirían que avanzáramos, no permitirían cambiar el estado de cosas, impedirían reconciliarlos unos con otros.
Hay que hacer un gran voto de confianza en el proceso de paz para que salga adelante. O si no, de lo contrario, no llegará a puerto seguro, y la tan anhelada paz sostenible y duradera jamás llegaría. La confianza es el capital social más importante. Para que el tejido de relaciones pueda florecer tendremos que montarnos en un círculo virtuoso de confianza, restablecimiento de relaciones, y así, construyamos mayor confianza, y así sucesivamente.
Actitudes humildes de pedir perdón, como han empezado a hacerlo los antiguos integrantes de las Farc son un paso muy importante para comenzar a tejer confianza. Decir la verdad también nos ayudará enormemente en esta dirección. Y reparar a las víctimas también será un paso fundamental. Así podremos terminar el gran tejido de la reconciliación.
Luego del plebiscito el paso que sigue es que aceptemos el veredicto de las urnas y como nación procedamos a construir un gran consenso. Existen diferentes miradas sobre el proceso, pero ya como un todo debemos asumir esta etapa de la historia. El plebiscito no nos puede dejar divididos, sino, por el contrario, debe servir de punto de inicio de este gran proceso de construcción de paz.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015