Pedro Londoño González


Hace unos días abordé en Pereira un avión de Avianca con destino Bogotá. Al entrar a la aeronave y pasar por Clase Ejecutiva, me di cuenta que en ésta se encontraban los senadores caldenses en pleno, pues estaba el doctor Luis Emilio Sierra, el doctor Carlos Felipe Mejía y el doctor Mauricio Lizcano. Pensé que su presencia en el vuelo era cortesía de los ya acostumbrados cierres de nuestro aeropuerto, La Nubia; no le di importancia y avancé a mi lugar.
Al sentarme en mi silla, la demora para cerrar las puertas del avión y el apremiante desocupe acompañado con ganas de no quedarme dormido me hicieron darle un vistazo al Twitter. Ojeando la actividad de los perfiles que sigo, me entró la curiosidad de cuáles serían los más recientes trinos del senador Lizcano, a quien había visto hacía apenas minutos. Proseguí a visitar su perfil, cuando de repente, ¡qué sorpresa! ¡El Honorable senador Óscar Mauricio Lizcano me había bloqueado en Twitter! De repente no sabía cómo reaccionar, y de primerazo me dio una leve risa, pues me parecía un poco hilarante el suceso, pero posteriormente comencé a pensar qué demonios había hecho yo para merecer tal desgracia. Y finalmente, logré atar los cabos y entenderlo todo. A finales del 2014, cuando se publicó en medios nacionales los congresistas con más ausencias en el capitolio, salía encabezando la lista nada menos que el senador por Caldas, Mauricio Lizcano, y, como joven interesado en la política y además como uno más de tantos indignados con la abrumadora cantidad de escándalos de corrupción y falta de diligencia de los congresistas, comencé a twittear del tema. Para quienes me conocen, saben que no soy una persona agresiva, y quienes me siguen en Twitter también saben que nunca he agredido a nadie por este medio, ni por ningún otro cabe aclarar, y que cuando hago reclamos o reprocho algún tipo de conducta, generalmente de políticos, lo hago con altruismo absoluto y sin faltarle al respeto a nadie, pues simple y sencillamente así me criaron.
Comencé entonces a preguntarle al senador por sus repetidas ausencias en el Congreso de la República, y tras unos cuantos trinos tuve la grata sorpresa de que el senador había comenzado a seguirme. Acto seguido, Lizcano me envío un mensaje interno, diciéndome que sus ausencias se debían a sus labores como padre de dos mellizos, y que debió cuidar a su hija debido a quebrantos de salud, cosa que inmediatamente entendí y lamenté. No siendo más dejé el asunto así, pues entendí que sus ausencias sí eran justificadas y que había actuado como cualquier padre lo hubiera hecho, cosa que además aplaudo.
Doctor Lizcano, pero entonces no entiendo ¿por qué me bloqueó? Si en ningún momento fui ofensivo, nunca arremetí contra usted ni mucho menos su familia, y por el contrario entendí y respeté su explicación. Me parece muy triste que entonces los ciudadanos del común, los que no tenemos curul en el Congreso y simplemente queremos pedir explicaciones de un Senador, que además es electo por el pueblo y trabaja por el pueblo, no puedan hacerlo y deban recibir como reprimenda un bloqueo automático de la red social.
¿O será, Honorable Senador Lizcano, que usted lo único que quiere es que por las redes lo aplaudan, lo feliciten y le pinten todo color de rosas? Porque si es así, con todo respeto, creo que está utilizando mal el Twitter, pues considero que es un medio a través del cual usted puede mantenerse en comunicación con sus electores y los ciudadanos, que finalmente es para quienes usted trabaja, ¿o no es así?
Quiero entonces hacer un llamado al senador Lizcano, y a todos los funcionarios públicos que tienen Twitter, que cuando los insulten, les mienten la madre y les falten al respeto están en todo su derecho de bloquear, pero cuando una persona opta por no aplaudirlos y rendirles pleitesía sino que simplemente, de una manera respetuosa, indagan por su labor como funcionarios del pueblo, no opten por bloquearlos. Aparte de que es irrespetuoso, deja mucho qué desear de un funcionario cuyo trabajo los pondrá todos los días en la palestra pública, y frente a un simple interrogante no quieran seguir dando la cara y simplemente salgan por la vía fácil, bloquear al usuario que no tiene velas en el entierro.
El que nada debe nada teme, y si en Colombia los mismos funcionarios públicos se encargan de promover ese secretismo y censura de su labor, ¿para dónde vamos? ¿No es la política de todos y para todos? Entonces según eso nuestra labor como ciudadanos es aplaudir el trabajo de los congresistas, sin importar los errores que hayan cometido, y hacerles saber lo bien que lo han hecho, sin poder siquiera indagar sobre su quehacer político. No estoy de acuerdo con esta premisa, y me rehusó a vivir en un país donde no pueda tener libertad de expresión, y menos cuando lo único que hice fue ser respetuoso e indagar, como cualquier ciudadano tiene el derecho de hacerlo.
Entonces senador Lizcano, le repito una vez más, y espero algún día conocer su respuesta, ¿por qué me bloqueó de Twitter?
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