Jorge Alberto Gutierrez


Desde los tiempos en que vino a Manizales un jardinero chino, para diseñar la refinada ornamentación de los parques y alamedas de la ciudad republicana, de la invitación al arquitecto Álvaro Leyva para hacer el paisajismo del parque de San José y el del Observatorio, o cuando funcionó la oficina de Parques y Equipamiento Urbano con la aún no bien ponderada dirección del arquitecto Héctor Jaramillo Botero, no se había visto en la ciudad tanto entusiasmo por parte de la Administración Municipal, para"aggiornar" la ciudad.
Haber recuperado el criterio de que invertir en el embellecimiento de la ciudad es una contribución necesaria, para elevar la autoestima colectiva y acallar las voces que lo consideran como algo superfluo, es a mi juicio un acierto de civilidad, una madurez de la cultura.
El síndrome de la "Ventana Rota" se refiere a una investigación sobre comportamiento social realizada por la Universidad de Stanford, la cual consistió en dejar un par de carros de idéntica marca, calidad, color e igual mantenimiento abandonados, el primero en una zona deprimida de New York: grafitis, edificios desvencijados, andenes deteriorados, suciedad; el otro en un barrio casi "aséptico" de estrato alto en California. No había pasado mucho rato cuando el primer carro empezó a ser desvalijado, lo que no era útil fue destruido, mientras que el segundo permaneció "incólume" hasta que empezó la segunda fase de la investigación: le rompieron un vidrio, y la experiencia del Bronx se repitió tal cual en Palo Alto, con más saña si se quiere.
El vidrio roto transmite la idea de desinterés, de no pertenencia, da la sensación de que las cosas no tienen valor, e "invita" a sacar toda la agresividad que hay en nosotros, algo así como lo expresado en el dicho popular: "al caído cáele". Un nuevo acto de vandalismo reafirma y multiplica esa idea, desencadenando una escalada de violencia que es cada vez más irracional. Quizá la experiencia personal pueda corroborar lo dicho hasta ahora: el daño de algún bien no atendido a tiempo es el caldo de cultivo ideal para un mayor deterioro, hasta el punto de que cuando reaccionamos podemos llegar tarde y posiblemente quede poco, o muy poco por hacer.
De igual manera, si permitimos que los espacios públicos de la ciudad se vayan deteriorando y en consecuencia sean abandonados por la población, esos mismos espacios serán progresivamente ocupados por la delincuencia, que encontrará en ellos un lugar "hecho" a la medida de su ira.
Sin embargo, también sucede lo contrario, cuando la ciudadanía se siente valorada y respetada por el cuidado que el gobierno municipal en este caso, pone en el escenario público de la ciudad, lo que antes era una cascada de violencia se puede traducir en comportamientos de civilidad, de pertenencia y la seguridad indiscutiblemente pasará a hacer parte de sus atributos más sentidos.
Prueba de ello es lo sucedido en Manizales en las ferias de este año: los jardines sembrados poco antes de la efeméride, incluidos los alrededores de la plaza de toros, que a pesar de las carrozas, las manolas y los desfiles, de los caballos y las cabalgatas, de las fritangas y del mundo de turistas y aficionados a la fiesta brava permanecieron intactos, la ciudadanía se encargó de cuidarlos y abucheo a los que osaron poner en peligro lo que en tan poco tiempo se ha convertido en un orgullo de la ciudad.
Estamos viviendo una exuberante primavera, gracias, óigase bien, a los más de 4.700 metros cuadrados de flores: hortensias, margaritas amarillas y caracolas, salvias rojas, san joaquinos y euphorbias, alas de ángel y begonias, a las 850 eugénicas y a los 1.814 árboles de variadas especies, sembrados para conmemorar los cumpleaños de la ciudad y que hoy han pasado a ser parte de su patrimonio público. Felicitaciones a la Administración Municipal, al entusiasmo del alcalde Jorge Eduardo Rojas G., a la discreción y eficiencia del secretario de Obras Públicas Jorge Eliécer Rivillas H., a los desvelos de la arquitecta Luz María Calderón U., a la generosidad de Ana María Vélez U. y a todos los encargados de hacer posible tanta belleza.
Revertir la tendencia reponiendo "vidrio roto", parece vital para hacer de la ciudad la Casa Grande que a todos pertenece y en la cual podremos vivir con dignidad.
En hora buena, este programa está proyectado para continuar durante lo que resta de esta administración.
P.D.: Es una paradoja que mientras unos siembran otros arrasan. Decía el alcalde Peñalosa en Bogotá: "Mientras más deprimido el sector mejor tiene que ser la obra". Considero un deber que la ciudadanía exija a la próxima administración, cualquiera que ella sea, no dejar marchitar este programa.
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