Carolina Martínez


No entiendo por qué les hacen preguntas de cultura general a las reinas de belleza. Ese fogueo con los periodistas me parece más cruel aún que salir en vestido de baño montadas en unos tacones de 15 cm caminando alrededor de una piscina bajo el inclemente sol de Cartagena, sin poderse pegar su chapuzón y ni siquiera sudar porque se les daña el maquillaje. Más cruel que caminar con los disfraces que lucen en el desfile de fantasía sin que se les caigan esos adornos de 20 kilos que llevan sobre la cabeza, y todavía más que el padecimiento del desfile de carrozas a las 12 del día, donde hay que bailar y moverlo y estar feliz durante cinco horas sin que se les muevan las pestañas ni se les encrespe el pelo. Incluso, es peor que la presión que ejercen sus familias sobre ellas para que sean reinas, y ganen. Y también es más cruel que la manera en que los traquetos apuestan por ellas, las compran, y se las llevan como trofeos para sus casas a lucirlas en fiestas de borrachos.
Todo eso se debería acabar. Criar una muchachita para ser reina debería ser un delito. Gastarse lo que se gastan debería tener cárcel. Exhibir mujeres por sus atributos físicos, valorarlas por éstos y ponerlas a competir debería tener castigo. Me parece que el mundo ya no está para tanta cursilería junta. Pero las mujeres nos seguimos prestando para eso y queda todavía mucha gente que no se desprende del televisor siguiendo paso a paso los acontecimientos del reinado nacional. Y todo eso genera alto rating y con éste vienen los anunciantes y con éstos los millones para los canales de televisión. Los patrocinadores critican pero pagan. Los medios critican pero reciben. Los televidentes critican pero ven. Todo a costa de unas niñas que tienen sueños, ridículos y absurdos como muchos, pero sueños, y además son personas, ridículas y absurdas como muchas, pero humanas.
De ellas se espera que sean lindas y sonrían, que sepan bailar, que sepan comer, que sepan coser, que sepan bordar y abrir la puerta para ir a jugar. Nadie espera que sean cultas ni eruditas, y no van a competir a Cartagena por su cultura general ¿Entonces por qué tanto gusto en burlarse de la señorita Huila? Los que más gusto le sacan son los medios de comunicación porque son los que más ganan. A la periodista que le preguntó a la reina quién era Nelson Mandela es a la que deberían sacar. Sacarla a volear un hula hula con un brazo, encaramada en unas plataformas, con diez cámaras al frente y contestando preguntas contra cronómetro, a ver cómo le va. Y que le pregunten de quién nació la idea de crear el reinado nacional de la belleza, a ver si sabe que fue Ernesto Martelo en 1934.
Zapatero a tus zapatos, como le dijo el pintor de la antigua Grecia, Apeles, al zapatero que quiso criticar, además de los zapatos, las sombras y colores de su obra. La reina del Huila es muy bonita, tiene un cuerpazo y por eso concursa en un reinado. O que hagan uno que no sea de belleza sino de conocimientos.
Si la idea de un concurso intelectual no les suena, para que no corchen a las participantes propongo a Florence Thomas de candidata de belleza, a Salud Hernández y hasta a Yamid Amat, a ver cómo les queda el ojo. Y seguro les queda herido. Y yo me pregunto ¿Por qué a los futbolistas no les hacen esas preguntas? Supongo que es porque de ellos se espera que jueguen fútbol. Nadie los descalifica si no saben quién es Nelson Mandela o Ernesto Martelo.
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