Alejandro Samper


Julián Andrés Cardona Casallas se mató en su bicicleta el 27 de septiembre de este año. Sí, se mató. Por crudo que pueda sonar, el muchacho de 17 años estaba "en el azote", como él mismo lo escribió en una foto que compartió días antes en Facebook. O sea, descendía a alta velocidad por la Avenida Alberto Mendoza y sin protección.
Se mató por imprudente. Perdió el control de su cicla y se fue contra una de las luminarias instaladas en el separador. La imprudencia, sin embargo, no es solo de estos muchachos que gozan de esa sensación de "inmortalidad" que da la juventud. También es de los viejos. Según un reciente informe de LA PATRIA, esta semana completamos 43 muertos en accidentes de tránsito en las zonas urbanas y rurales de Manizales. 21 de ellos peatones, de los cuales 16 son adultos mayores.
Somos unos viandantes terribles. En Manizales, según el más reciente informe de Manizales cómo vamos, una persona tiene cuatro veces más probabilidades de morir en un accidente de tránsito que en España o el Reino Unido. Nuestra ciudad crece, pero sin planeación sensata. Los andenes son irregulares porque los constructores o habitantes de casas los modifican a conveniencia, sin regulación del Gobierno local. En una cuadra se pueden encontrar deprimidos, rampas, baldosas lisas, bolardos, adoquines, vendedores informales, escalones e incluso cerramientos.
Para evitar caminar por esa pista de obstáculos, los peatones optan por bajarse de la acera y andar por la calle, exponiéndose a ser atropellados por carros, buses o adolescentes en bicicleta. Y los motociclistas...
Todos los días se reportan accidentes y semanalmente un muerto. Si no es en Manizales, en otro municipio de Caldas. Hoy en día adquirir una moto es más fácil que comprar, digamos, una botella de ginebra.
Para el licor hay que ir a un estanquillo o un supermercado bueno que garantice la calidad del producto. Allí verifican que usted sea mayor de edad y para llevar la botella hay que pagarla antes, ya sea en efectivo o con tarjeta. La moto se consigue en cualquier supermercado de cadena; está ahí, al lado de las cebollas, el pan y la promoción de galletas navideñas. No hay que tener plata para salir con ella, pues se la financian con una factura y tampoco verifican si tiene pase para manejarla o ha hecho un curso.
En el peor de los casos - y el más común - es que quien se la financie sea un gota a gota. Ese solo necesita su número de celular y una dirección.
Y se matan. Como se mató esta semana una joven sobre la vía Panamericana al chocarse en una moto contra un vehículo de carga. Y nos matamos. Los ciclistas, los conductores, los peatones y los motociclistas. Porque nos da pereza cumplir y aplicar las normas. Porque la improvisación está por encima de la seguridad.
Dice el Informe de calidad de vida 2016, de Manizales cómo vamos, que las cifras de accidentes de tránsito en la ciudad "deberían ser objeto de preocupación pues la tendencia histórica no muestra variaciones (…) Para la Organización Mundial de la Salud una tasa superior a 10 muertos en accidentes por cada 100 mil habitantes es epidémica y debe ser vista como un problema de salud pública". En Manizales, según el mismo informe, la tasa de mortalidad por accidentes de tránsito está en 11,1.
Esas son las cifras, pero detrás de ellas están las víctimas y sus familias. Las mismas que las autoridades y funcionarios públicos pretenden ignorar, sea en el Concejo o en la Alcaldía. Esta semana, nuestros concejales se enfrascaron en que si eran 42 o 38 los muertos en accidentes de tránsito este año, cuando la discusión debió ser cómo evitar que nos sigamos muriendo en las vías.
La actitud de esos concejales que no quisieron escuchar en la sesión del pasado martes a los allegados de los muertos me recordaron una frase de Pablo Rolando Arango en su libro Grandes borrachos colombianos: "es apenas natural en una tierra donde el principal mecanismo para enfrentar la realidad es darle la espalda".
La realidad es que transitar por nuestras calles se volvió un acto suicida y las normas existentes - de tránsito, de construcción, de espacio público - no se aplican. Pero la solución no está en formar grupos de policías cívicos, como escribió ayer Enrique Pava en este mismo espacio. Eso solo sirve para despertar y motivar el paraquito interno que algunos llevan en su corazón.
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