Pablo Mejía


El resultado del plebiscito dejó al país absolutamente desconcertado porque muy pocos supusieron que ganara la oposición. Ni siquiera los dirigentes de la campaña por el No, porque se nota que la sorpresa los cogió con los pantalones abajo, ya que no han presentado un plan B para enfrentar la situación. Proponen que siga el mismo equipo negociador del Gobierno y que ellos por ese conducto se comunican; como quien dice, que sirvan de ‘razoneros’. Pues resolví oír la voz del populacho y busqué al cuidandero de carros que me mantiene ‘datiao’ en estos casos.
¡Uy! dotor, qué bueno velo por aquí… andaba como perdidito usté… ¿Cómo dice? ¡Uf!, si le contara. Con decile que lo que más añoraba yo era que a partir del lunes cambiáramos un poquito de tema, pero fíjese cómo quedamos, ¡pior! Y después de semejante espetáculo, el de Cartagena, pa venir a deciles ahora que no salimos con nada; los únicos que prefirieron esperar a que primero cogieran las bestias fueron el negro Obama y el Vaticano. Ambos marrulleros y fregaos.
¿Qué cómo vivo tan enterao? Pues porque converso mucho con la gente; además los clientes me regalan los pedriódicos que ya leyeron y a todos les echo una ojiadita. Y usté sabe que a uno tiempo es lo que le queda; aunque no se le puede despintar el ojo a los carros porque hay unos vergajos que cargan trapo pa robase un mojao. En todo caso yo había dejao de discutir acerca del tema, porque muchos de los defensores del NO son inmamables. Altaneros, furibundos, groseros y beligerantes; como si a toda hora estuvieran verracos.
Discutir con ellos es imposible porque no oyen razones ni acetan condiciones, y sin excepción terminan sus discursos refiriéndose a que quienes apoyamos el SÍ somos todos unos pendejos, que el presidente Santos es un atembao comunista que quiere entregarle el país a esa ideología política. Y se alegran del resultado y de que Colombia haya quedado jodida, sin importales un carajo las consecuencias nefastas que la decisión pueda causar a nuestro país.
Y es que pasan las horas y cada vez se nota más complicado el futuro, como lo que sucede con la inminente reforma tributaria que estaba de un cacho para presentarla pero ahora con qué cara. Pero toca hacerla, así nos duela, porque como tantos otros dependemos del precio del petróleo. Esa vaina no es culpa de nadies y así como sacude a las demás naciones, a nosotros también nos casca, y duro. Y es que semejante güeco fiscal hay que empezar a tapalo. Pero ya, antes de que nos coja ventaja.
Ni qué decir de la embarrada del dotor ese, el gerente de la campaña por el No. Sin duda se dejó mariar por el triunfo y como a todo el mundo le echaban flores, menos a él, pues qué dijo, me lanzo con una entrevista y cuento cómo fue que ganamos esa vaina. No fue sino que se enterara el dotor Uribe y quién dijo miedo. Preciso cuando todo mundo había aceptado el triunfo, llega este personaje y se tira en todo. Ahora verá la pelotera que se va a formar. Lo que sí llama mi atención, es que como siempre el jefe de la oposición y sus principales lugartenientes nunca se enteran de este tipo de cosas.
En todo caso el país está unido en la idea que lo que se alcanzó en Cuba no se puede echar a la basura, hasta los guerrillos. Mire no más a los estudiantes cómo marchan en perfeto orden y respeto.
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