Cuando de hablar de calidad y eficacia de la educación se trata, aparecen muchos factores que inciden en los procesos pedagógicos. Algunos son la idoneidad de sus maestros, las condiciones. Hoy quiero hacer referencia a la pertinencia de los currículos.

Juan, estudiante de grado octavo se encontraba en clase de álgebra y el tema propuesto por el docente era la solución de ecuaciones cuadráticas con dos incógnitas; luego de reiterados intentos sin encontrar la solución al ejercicio planteado, el joven lanzó, espontáneamente, la pregunta: "Profe: ¿esto para qué sirve?"; la respuesta inmediata del docente no se hizo esperar: "Para ganar el curso". En este corto pero significativo diálogo se expresa buena parte de la discusión sobre la pertinencia de los currículos escolares. El profesor Julián de Zubiría en un reciente artículo en Semana escribió, a propósito de la jornada única, que el problema de la calidad de la educación no se soluciona únicamente ampliando los tiempos de estudio, dijo, lo que compartimos: "El plan piloto parte del hecho de que los colegios privados obtienen mejores resultados porque trabajan ocho horas al día, en tanto en los públicos solo lo hacen 5,5 horas. Esta afirmación es parcialmente cierta, pero lo que es más importante, es muy poco explicativa. Es cierto que solo un 10% de los estudiantes de los colegios públicos asisten en jornada completa a sus clases, pero no es por esto, sus resultados son tan bajos. Son muy bajos porque trabajan anualmente, con trece o quince asignaturas que abordan currículos totalmente centrados en informaciones fragmentadas y descontextualizadas; porque sus maestros tienen bajos niveles de formación pedagógica y de reconocimiento social y cultural; porque los docentes no desarrollaron en las facultades de Educación a las que asistieron verdaderas competencias profesionales que les ayuden a cualificar las competencias argumentativas, interpretativas y ciudadanas de sus estudiantes". Algunas realidades que grafican puntos críticos del currículo de la escuela en Colombia son:

 El conocimiento se atomiza y se parcela en más de quince asignaturas que no se correlacionan ni se transversalizan.

 Los legisladores en Colombia adicionan asignaturas al plan de estudios al tratar de responder a la solución de conflictos sociales, sin que medien argumentos de razonabilidad pedagógica.

 En los planes de estudio hay contenidos que se justifican solo como referencia bibliográfica en un marco teórico, pero que no le transmiten algo práctico al estudiante, como para animar un aprendizaje verdaderamente significativo.

 Es muy alto el índice de docentes que orientan un área o una asignatura sin haberse formado disciplinalmente para ello, este es un precursor determinante de la calidad.

 Durante todos los ciclos de educación básica y media se enseña Inglés, es decir, los estudiantes cursan entre 6 y 10 años de inglés, 40 semanas por año y un promedio de 3 horas semanales; esto equivale a tomar un curso entre 720 y 1.200 horas; ¿qué pasa con los pobres y escasos aprendizajes de la segunda lengua?...

 Igualmente, enseñamos informática, dedicamos una y hasta dos horas semanales a esta asignatura; ¿qué esperamos que un estudiante aprenda?, ¿Cuál es el objetivo de estudio?¿No sería más práctico emplearla como herramienta de trabajo para todas las disciplinas?, las destrezas que los estudiantes adquieren en esta materia, ¿son atribuibles a aprendizajes de aula o al ejercicio natural de su condición de nativos digitales?

Estos son algunos puntos que evidencian que estamos ante una situación crítica en materia de pertinencia curricular. Mientras no intervengamos estructuralmente este fenómeno difícilmente vamos a lograr niveles altos en la calidad de la educación nacional. Queda la reflexión que espero sea analizada al menos en los escenarios de las escuelas, ya que difícilmente estas voces importarán en los escenarios superiores donde se toman las grandes decisiones de la patria.