Cristóbal Trujillo Ramírez


El 9 de octubre de 2010, escribí el artículo: "Las bandas de música, a afinar notas"; en el cual mencionaba las precarias condiciones logísticas en medio de las cuales se llevaban a cabo los concursos departamentales de las bandas estudiantiles de música en el departamento de Caldas; me refería a deficiencias de alojamiento, alimentación, servicios sanitarios y de higiene; hacía notar cómo se llevaba a cabo un programa bandera del movimiento artístico y cultural del departamento de Caldas, con una mínima inversión del Estado y con gran esfuerzo de los colegios y de las asociaciones de padres de familia; se buscaba en aquel escrito el sentimiento de estudiantes, padres de familia, rectores y de los mismos directores de las bandas, que son quienes, alrededor de esta experiencia, padecen las angustias de sus "pupilos" y se alegran con sus triunfos.
La idea central de esta reclamación y de muchas causas nobles que hemos liderado en el sector educativo es hacer que la educación sea un asunto de voluntad política, de convicción gubernamental. Cuando un gobierno decide adoptar la educación como bandera, es porque posee profundas convicciones de las transformaciones que sufre el hombre que se educa, es porque ha experimentado la metamorfosis del proceso formativo. Lejos están estos sentimientos de las banales e insulsas promesas de los candidatos en las campañas políticas, en las cuales la educación es la "consentida", pero con extrañeza, cuando ocupan sus curules en el parlamento, se dan a la tarea de aprobar actos tan lesivos como la infortunada ley 715 de 2001, o si son candidatos al ejecutivo, le dan mayor importancia a las obras civiles y de infraestructura en detrimento de la inversión social y de los programas de desarrollo humano.
El pasado fin de semana, tuvo lugar en el vecino municipio de Aguadas el concurso departamental de bandas estudiantiles de música, en la categoría sinfónica. Allí, nos dimos cita más de mil estudiantes de 16 agrupaciones de diferentes municipios de Caldas, alcaldes, secretarios, concejales, padres de familia, profesores y rectores; todos fuimos testigos de este gran acontecimiento que vuelve a dejar muy en alto el ya posicionado buen nombre de este programa; desde el punto de vista artístico es realmente admirable cómo se avanza año tras año, en la fuerza interpretativa; ni qué decir de su capacidad de convocatoria, ésta es ya una fiesta de la familia bandística de Caldas.
Cómo no mencionar éste, como un maravilloso escenario de integración y convivencia; en fin, son muchos los logros y las victorias que se demostraron y proyectaron con este certamen. Quiero referirme, en especial, precisamente al gran esfuerzo de las administraciones municipal y departamental por atender, dignamente estos artistas, quienes extrañamente no fueron sometidos a las precarias condiciones del pasado y fueron sorprendidos, gratamente, con dormitorios en camarotes, tendidos, higiénicamente presentados, duchas suficientes y con agua caliente, una alimentación con comprobadas características de calidad, cantidad y presentación, contando con la compañía permanente del personal administrativo del municipio, del cual, algunas asumieron el papel de madrinas de las delegaciones. Este es un sencillo y real ejemplo de voluntad política, ésta es una muestra de que sí es posible ejecutar este programa en condiciones de dignidad y de respeto por sus actores. Reconocimiento sincero y fraternal a la señora alcaldesa, al señor gobernador, a sus equipos de trabajo… ¡Gracias a ustedes, esta vez, en Aguadas, sí se afinaron notas!...Esperamos que el punto alto puesto en esta oportunidad, constituya un reto para los próximos concursos y jamás, en la historia de este programa, se repitan historias vergonzantes como las vividas en el pasado.
Así, como este proyecto, deben ser todas las proyecciones y realizaciones en la educación; no existe norma alguna que impida hacer buenas ejecutorias en favor de la escuela; la Ley 115, en su artículo 5 que habla de fines y propósitos de la educación en Colombia, parece ser una poesía; con solo este artículo podemos justificar todos los proyectos bien intencionados que en cualquier municipio de Colombia se quieran realizar en las escuelas… ¿Qué pasa, entonces? Simplemente, necesitamos voluntad, compromiso, vocación para alcanzar estos logros, que son inclusive más importantes que las grandes obras de infraestructura; así, como en Aguadas se pudo, en cualquier sitio de Colombia se puede; así como se fue posible con el programa de bandas estudiantiles de música, también, debe serlo con la educación misma. Ahí, nos queda esa noble invitación; ojalá la multipliquemos con esa gran apuesta colectiva alcancemos a construir autopistas de esperanzas, reales y ubérrimas en frutos y cosechas…
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