Cristóbal Trujillo Ramírez


El pasado 18 de julio hice referencia al proyecto de implementación en Colombia de la jornada escolar única; en el dicho artículo defendí fervorosamente esta iniciativa con el argumento, que hoy mantengo, de que más y mejores tiempos en la escuela se constituyen, sin duda alguna, en precursores de la calidad en los aprendizajes de los escolares.
Así mismo, planteaba inquietudes relacionadas con la estructura y el diseño de esta bien ponderada iniciativa: el programa de alimentación escolar, el diseño de nuevos espacios físicos escolares y las condiciones profesionales del desempeño del docente, hacen parte de lo que allí denominábamos factores de éxito.
En esta oportunidad me quiero referir a la respuesta que ha dado el Ministerio de Educación Nacional a la pregunta que formulábamos en ese entonces: ¿para qué más tiempo en la escuela?, ¿cuál es el propósito nacional de la jornada escolar única en Colombia? La respuesta del gobierno nacional está definida en el marco del programa "Mejorar los desempeños de los estudiantes en las áreas de matemáticas y lectoescritura"; no es necesario hacer muchos esfuerzos para encontrar el porqué se insiste en estas dos áreas; sencillamente, porque son las competencias que se evalúan internacionalmente, en las pruebas externas y posicionan la calidad de los sistemas educativos. En tal sentido, considero válido e importante el propósito de mejorar los aprendizajes en estas dimensiones del conocimiento, no obstante, dejo para el análisis y la discusión algunas inquietudes sobre este propósito:
* Considero que apostarle solo a mejorar los aprendizajes de los escolares en matemáticas y lectoescritura no es sinónimo de mejorar los tiempos de la escuela.
* Seguimos obsesionados con obtener mejores resultados en las evaluaciones externas, como único indicio de la calidad de la educación en el país, y éste por sí solo es un propósito excluyente frente a los nobles objetivos formadores que demanda el ser humano en las dimensiones axiológicas, estéticas, éticas, políticas, artísticas, espirituales, deportivas y físicas.
* Además, si llegamos a ponernos de acuerdo en emplear los tiempos adicionales de la jornada única con este propósito, creo firmemente que estamos equivocados si pensamos que el enseñar más horas de matemáticas y más de lengua española vamos a levantar sus aprendizajes; esto porque según los expertos pedagogos las dificultades comunes y recurrentes en la asimilación de los procesos en lectoescritura y matemáticas tienen su origen en el déficit de atención, en las deficiencias auditivas, en los conceptos de lateralidad, en los inadecuados manejos de conceptos como grafías, trazos y dibujos, desubicación temporoespacial; en fin, procesos que se asimilan y se afianzan en los espacios de la lúdica, la formación artística, la música y el dibujo. Es paradójico que en las escuelas oficiales de Colombia, todo gracias a los mandatos de la Ley 715 de 2001, estas áreas no estén atendidas por profesionales especializados y, como si esto fuese poco, el nivel de formación preescolar solo se atiende en un año, período insuficiente para desarrollar las dimensiones de aprestamiento y preaprendizaje; en consecuencia, me atrevería a pensar que si mejoramos los tiempos de la escuela en estas dimensiones, hasta hoy desatendidas o atendidas con demasiada insuficiencia, mejorarán los aprendizajes en todas las dimensiones del desarrollo del ser humano y como lógica consecuencia aumentarán, igualmente, los resultados de las pruebas. Creo, finalmente, que por este camino sí cumpliríamos el noble propósito de propiciar en las escuelas de Colombia más y mejores tiempos de aprendizaje.
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