Eclesiástico 24,1-4.12-16; Salmo 147; Efesios 1,3-6. 15-18; Juan 1,1-18

Comenzamos el año 2016. Esta sección de LA PATRIA, nuestro periódico de casa, desea ser una voz de aliento en el camino de tu vida. Serán humildes reflexiones que manan de la Palabra de Dios, meditada y celebrada cada domingo en la Eucaristía, a fin de iluminar tu existencia, fortalecer tu acción cotidiana, ayudar a pasar los obstáculos o momentos difíciles que vas a encontrar en este año y dar sentido a tu presencia en este mundo para que no te pierdas la vida y puedas ser feliz a cada instante.

Quien no conoce, no ama. Quien ama es feliz; por consiguiente es necesario conocer para poder ser feliz. El que ha nacido en un pesebre, nos ha enriquecido con su pobreza; su despojo es nuestro nuevo vestido; su entrega total nos ha abierto la “puerta estrecha” para que, entrando por ella, alcancemos la vida en plenitud. Así lo ha dicho Jesús a la mujer samaritana necesitada del amor único, verdadero y necesario: “Si conocieras el don de Dios y quién es el que te pide de beber, le pedirías tú a Él y Él te daría el agua viva”.

Jesús es el agua viva, Él es la fuente de la felicidad, por tanto, conocerlo, es hallar el sentido profundo de la vida y caminar por la senda segura del Amor. En esto empeñaremos nuestros esfuerzos durante este nuevo año: en conocerlo para tenerlo dentro de nosotros y así poder alcanzar la vida. Para lograrlo, cada ocho días, en esta sección, encontrarás una “palabra de aliento”, para que no desfallezcas ante el cansancio, ante las dificultades, ante las diferentes situaciones que producirán naturalmente desánimo de vivir.

Tendrás una palabra que proyectará, como un reflector sobre tu vida, una luz inapagable, un bálsamo imborrable, un rocío de frescura que rociará tu familia, tu trabajo, tu estudio, tus proyectos, en fin, todo tu ser y te ayudará a hacer de toda tu realidad un continuo manantial inagotable de paz, de alegría, de fuerza, de esperanza, de fe y de amor.

Esto es posible porque “La Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros”, puso su tienda en medio de nuestra historia y se quedó para siempre como “don” único inigualable del Padre, quien cumple decididamente su promesa de amor “enviando a su único hijo para que en Él, por Él y con Él, podamos alcanzar la vida eterna”, hecha real en nuestros seres por el bautismo en el cual hemos participado de la muerte y resurrección de Cristo haciendo de toda la existencia una continua pascua.

Es por esto por lo que la Carta a los efesios nos entrega este himno maravilloso: “Bendito sea Dios Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en la persona de Cristo con toda clase de bienes espirituales y celestiales”. Fuimos elegidos en la persona de Cristo para ser santos e irreprochables ante Él por el amor y nos ha destinado, en la persona de Cristo, a ser sus hijos y a ser herederos de su gracia “iluminando los ojos de nuestro corazón” para que comprendamos la riqueza de gloria destinada para nosotros.

Conocer a Jesús es, entonces, tener la Luz en medio de nuestras tinieblas, la paz en medio de nuestras angustias, la fortaleza en medio de nuestra debilidad, la salud en medio de nuestra enfermedad porque en sus llagas hemos sido curados, es ponernos el vestido ante nuestra desnudez, es germinar la vida en medio de nuestra muerte.

Entremos con mucha alegría y esperanza en este año 2016 y dejémonos guiar. Seamos dóciles para que, con la fuerza del Santo Espíritu, podamos transcurrir día a día en plenitud de la felicidad, alabando, honrando y sirviendo a Dios nuestro Señor. Esta es la razón y sentido de nuestra vida.

Con estos sentimientos, permítanme desearles de todo corazón un Feliz Año.

* Miembro del Equipo de Formadores en el Seminario Mayor de Manizales.