Pbro. Rubén Darío García


Para alcanzar la vida y llegar a ser plenamente felices, se nos descubre el secreto: “Servir solo al Señor y no abandonarlo para servir a otros dioses”. Porque si te detienes a mirar tu existencia, te das cuenta de todas las bendiciones que hasta ahora has recibido, incluyendo aquellos acontecimientos que han sido marcados por el dolor o la angustia, cuando logras leerlos a la luz de la fe, ellos adquieren un sentido que, en el instante en que se vivieron, era imposible adquirirlo.
El pueblo de Israel llega a proclamar que “el Señor es nuestro Dios”. Y explica por qué hace esta confesión pública: “Él nos sacó a nosotros y a nuestros padres de Egipto, de la esclavitud”. Tú también podrías ver en tu vida cómo el Señor te ha sacado de Egipto, es decir, de tus esclavitudes. Es posible que hayas sido esclavo o esclava de ti mismo(a), de tu manera de ser. Dios lo ha hecho, no has salido por tus propias fuerzas, solo que no has llegado directamente a la tierra prometida, sino que has debido permanecer un tiempo en el desierto para desintoxicar tu cuerpo de la esclavitud. También este tiempo de ‘desierto’ ha sido una bendición, porque fue de reflexión, de interiorización y de cambio en lo fundamental de la vida.
Dios te ha permitido vivir muchas veces acontecimientos difíciles para sacarte de lo que realmente no te dejaba ser libre. Es por esto por lo que el salmo nos hace gritar con júbilo: “Bendigo al Señor en todo momento, su alabanza está siempre en mi boca”.
Sólo el Señor tiene palabras de vida eterna. ¿A quién vamos a ir? Muchos te proponen falsas soluciones a tus angustias; te conducen a buscar la felicidad en lugares y acciones donde no es posible encontrarla. Caes en prácticas supersticiosas mezcladas con esoterismo y ocultismo. Terminas ‘creyendo’ que con algún riego o sahumerio tus problemas desaparecerán.
Es el amor el único que te da la vida. Cristo ha entregado su vida padeciendo la cruz por ti, “en sus llagas hemos sido curados”. Es por esto por lo que solo Él tiene palabras de Vida eterna. La carta a los efesios te orienta hacia este amor vivido en la pareja; una relación que implica el ‘morir para vivir’. Dar la vida por el otro, amando en toda circunstancia: “Maridos, amad a vuestras mujeres como Cristo amó a su Iglesia. Él se entregó a sí mismo por ella, para consagrarla, purificándola con el baño del agua y la palabra y para colocarla ante sí gloriosa, la Iglesia sin mancha ni arruga ni nada semejante, sino santa e inmaculada”. Es por esto por lo que Él es nuestro Señor, a Él sólo serviremos.
Miembro del Equipo de Formadores en el
Seminario Mayor de Manizales
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