Pbro. Rubén Darío García


LA PATRIA | MANIZALES
Un hombre trataba con agresividad a su empleada y la humillaba apoyándose en el pobre salario que le pagaba. Le rechazaba la comida, y la arrojaba con severidad por estar demasiado caliente; alzaba su voz con frecuencia y usaba palabras desentonadas a tal punto de producir en la señora llanto y angustia en varios momentos del día.
Ella soportaba las vejaciones aduciendo que ‘necesitaba del trabajo para llevar el pan a sus hijos’. Un día, este hombre va al médico y le diagnostican una grave enfermedad. La persona que hasta ahora más le ha servido es la señora que por mucho tiempo él mismo despreció. Hoy, este hombre, al sentirse débil, frágil y limitado, está reconociendo cuánto tiempo perdió siendo soberbio, agresivo, humillativo; lo que más le duele es tomar conciencia del amor que la señora del servicio le ha prodigado y el trato que él, desde su poder, le daba a ella.
El poder, la fama, el prestigio y reconocimiento son efímeros, pasan velozmente. Hoy los puedes tener y mañana ellos desaparecen. Has notado que mientras tienes poder mucha gente de tu entorno acude a ti; pero cuando ya no lo tienes, pocos se interesan por tu vida. Mientras hagas cosas que sean ‘útiles’ a los ojos de los demás, vales y eres reconocido (a); si, en cambio, llega una enfermedad o sucede algo que te puede limitar para actuar y ya no tienes la capacidad para hacer lo de antes, terminas siendo excluido (a), no valorado (a) y hasta marginado(a).
Es por esto por lo que la enseñanza de Jesús nos ayuda a alcanzar la vida. El que quiera ser el primero que se haga el más servidor de todos; si te invitan a un banquete no busques los primeros puestos; el que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido. La Carta a los efesios ilumina y define las características de quienes aceptemos la llamada del Señor a vivir de otra manera en el mundo presente para ser verdaderamente felices. Nuestra vocación entraña otros criterios, otro modo de concebir la existencia:
Cuando la finalidad de lo que hago es dar la gloria al Señor y agradarle a Él, todo lo demás vendrá por añadidura: “Busca primero el Reino de Dios y todo lo demás vendrá”. Generalmente tú y yo buscamos la añadidura y no el Reino; buscamos lo superfluo y pasajero y abandonamos lo esencial. El joven del evangelio colocó todo lo que tenía: “cinco panes y dos peces” en las manos de Jesús y estos se multiplicaron, el resultado fue la abundancia. Allí está el secreto del amor: lo que siembres esto cosecharás.
Miembro del Equipo de Formadores en el
Seminario Mayor de Manizales
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