Pbro. Rubén Darío García


La pascua que estamos celebrando está cargada de una novedad impresionante. En el acontecimiento de la Cruz se han renovado todas las cosas. Mirando la cruz resplandece ante nuestros ojos la manera total y nueva de amar. Lo inaudito e incomprensible sube al escenario y se toma la palabra. Se trata de un amor escandalosamente nuevo: “Ámense los unos a los otros, como yo los he amado”. En el Antiguo Testamento se decía: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”, por lo tanto la medida era “uno mismo”. En la expresión de Jesús toma forma la nueva manera de amar: “Como yo los he amado”.
Amar como Él significa vivir la misma realidad y consecuencia de su amor: La cruz. Dar la vida sin reservas, sin “peros”, incondicionalmente. Tiene que ver este “nuevo amor”, con el lavatorio de los pies, donde Jesús se abaja y purifica a sus discípulos asumiendo la nueva consecuencia de esta forma de amar: se entrega a la muerte, se deja matar; nadie me quita la vida, yo la doy. El libro del Apocalipsis nos hace la comparación entre la Babilonia y la nueva Jerusalén. Ésta, será la nueva morada, la nueva casa, porque el mismo Dios acampará en ella y tomará posesión de sus hijos, dándoles la herencia total de sus incalculables bienes. Enjugará las lágrimas de todos los ojos, esto es, sanará las heridas y devolverá la felicidad a quienes la hayan perdido.
Cuando nos arriesgamos a amar así, es decir, cuando hacemos el bien a quien nos ha hecho el mal; cuando no juzgo al otro aunque me haya ofendido; cuando no reacciono violentamente ante la agresión del otro; cuando en tu hogar mueres a dirigir a tu esposo palabras duras o calumnias y mentiras a tu esposa; cuando ante insultos de otro te dispones para bendecir sin reservas; cuando no aceptas soborno ni te retractas de lo que hayas jurado aún en daño propio; cuando no prestas a usura ni te dejas volver cómplice del robo. En otras palabras: quien está dispuesto a dejarse matar para dar la vida al otro, ese es quien ama de esta manera nueva: “Como yo los he amado”.
La medida del amor no puedes ser tú mismo(a). El Amor nuevo va en dirección a la nueva medida que es Cristo mismo colgado en una Cruz, por amor a ti y a mí. De esta manera tendrás un corazón dulce y humilde, que ama sin exigir retorno; que es feliz al entregarse a otros corazones bajo la mirada de Cristo; un corazón grande e indomable al cual ninguna ingratitud abata ni indiferencia cansa. Tendrás un corazón atormentado por la felicidad de los demás; obsesionado por la gloria de Cristo; herido por su amor con una llaga que sólo se curará cuando muera en la cruz.
Delegado Arquidiocesano para la Pastoral Vocacional y Movimientos Apostólicos
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