Te invito a contemplar la Sagrada Familia de Nazaret. Ella, revela un maravilloso ‘misterio’ ya anunciado desde los primeros siglos de la era cristiana. Los Padres de la Iglesia han visto en ‘la familia’ la imagen de la Trinidad. El padre, la madre y los hijos, realidades personales, capaces de reproducir en sí mismas y en sus relaciones el mismo amor que existe entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. De ahí que la familia de Nazaret, viviendo en alegría, sencillez y alabanza, revela la clave de la vida feliz para todas las familias del mundo.

María al pie de la cruz, realiza una ‘nueva creación’ fundada en la comunidad de amor que se instaura por el agua y la sangre de Cristo que brotan de su costado. Así como la mujer-Eva, sale del costado de Adán, la ‘nueva mujer’: la Iglesia, sale del costado de Cristo. Ella, es ‘la esposa nueva’ que permite el restablecimiento de las ‘nuevas’ relaciones fundadas en el verdadero Amor manifestado en Cristo: el amor es comprensivo y servicial, no tiene envidia y no busca el mal, todo lo cree, todo lo soporta, no busca su propio interés, este amor no pasa nunca (Cfr. 1 Co 13).

Este Amor es el que hace posible la felicidad en el hogar y la posibilidad de realizar lo que la Palabra de Dios exhorta en este día: sea tu uniforme la misericordia entrañable, la bondad, la humildad, la dulzura, la comprensión; sean capaces de sobrellevarse las cargas unos a otros y perdonarse cuando uno tenga quejas contra el otro. Este Amor hace que tú seas capaz de honrar a tu padre y a tu madre y que sepas educar con sabiduría a tus hijos. Porque, honrar padre y madre, expía los pecados y acumula tesoros; produce apertura a la vida y por lo mismo, alegría con el nacimiento de los hijos; hace que Dios escuche la oración suplicante y garantiza tener larga vida. Cuidar a los padres hasta su vejez y nunca abandonarlos, especialmente cuando pierden sus capacidades físicas y mentales, porta abundante bendición durante toda la existencia.

Los hijos, son como flechas en manos de un guerrero: apuntan hacia donde ti como padre o como madre los guíen. Si ellos reciben los valores fundamentales como la autoridad y disciplina, podrán alcanzar la vida, si por el contrario, se les deja libres de normas y sin límite alguno, podrán ser conducidos hacia un tipo de muerte’, es decir, hacia una existencia no feliz. Cierto proverbio popular reza: los hijos son como un pajarito en las manos, si tú lo ‘aprietas demasiado’ se te ahoga y si le abres las manos totalmente ‘se te vuela’. Para ello, necesitas la sabiduría de Dios y su Amor, para saber discernir dónde está el bien y dónde está el mal ya que sin la luz que alumbra a todas las naciones: Cristo, dentro de nosotros, vemos, habitualmente, el mal donde está el bien y el bien donde está el mal.

Tu familia puede ser como la familia de Nazaret. Al centro de ella, está el Niño Jesús y —como dijo Pablo VI en la alocución en Nazaret el 5 de enero de 1964— algunas lecciones nos ofrece la Sagrada Familia, para alcanzar la vida feliz: el silencio, la vida familiar y el trabajo. “Cómo nos ayudaría renovar y fortalecer el amor al silencio ya que estamos aturdidos por tanto ruido, tanto tumulto, tantas voces de nuestra ruidosa y en extremo agitada vida moderna”. Cuánto nos vendría bien redescubrir el sentido y significado de la familia en nuestra historia presente y cómo sería conveniente darle de nuevo al trabajo su dignidad: “no puede ser un fin en sí mismo ni puede estar movido sólo por motivos económicos”. Es por esto por lo que la familia hoy debe y puede recuperar su identidad, se nos hace más que necesario. Feliz tiempo de Navidad.

* Miembro del Equipo de Formadores en el Seminario Mayor de Manizales