Pbro. Rubén Darío García


Rubén Darío García, Pbro.
LA PATRIA | MANIZALES
Hechos 10,34a.37-43; Salmo 117; Colosenses 3, 1-4; Juan 20,1-9
Anoche nos sumergimos en el agua. El templo a oscuras se ha iluminado con una grande Luz: el Cirio Pascual ha ingresado entregando la vida a todos. Quien tomaba la luz, la distribuía a quienes tenían sus cirios apagados y... aumentaba la luz. El Pregón Pascual cantado con extrema solemnidad te ha anunciado la gran noticia: Jesucristo ha resucitato. No se ha quedado en un sepulcro y la prueba de ello es que tú y yo estamos aquí celebrando hoy la inconmensurable alegría de la Pascua.
Pascua es un calco del griego paskha, derivado del arameo pasha y del hebreo pesah. La Biblia relaciona pesah con el verbo pasah, que significa cojear, ejecutar una danza ritual en torno a un sacrificio (1 Re 18,21.26); en sentido figurado, se traduce como “saltar”, “pasar”, perdonar. La Pascua es el paso del Señor, que pasó de largo las casas israelitas, mientras que hería a las egipcias (ver Ex 12,13.23-27; Cfr. Is 31,5). El pueblo de Israel ‘pasó’ a pie por el mar Rojo, de tal manera que ‘pasó’ de la esclavitud a la libertad; de la muerte a la vida.
Has pensado ¿por qué siempre se celebra la Pascua entre marzo y abril? ¿Por qué no en octubre o noviembre? La respuesta hay que buscarla pensando en los lugares del mundo que experimentan las estaciones. El invierno es un tiempo donde amanece más tarde de lo habitual y oscurece más temprano; las aves se van, los árboles vienen despojados de sus hojas, no hay flores y la tendencia del común de las personas es a encerrarse huyendo del frío. Da la idea de ‘muerte’, desolación, tristeza. Por el contrario, la primavera es un tiempo donde amanece más temprano y oscurece más tarde, el día es más ‘aprovechable’, hay música en las calles y alegría en los rostros. La Semana Santa se celebra en estos días entre marzo y abril, ya que corresponden al cambio del invierno a la primavera, así puede comprenderse mejor el paso de la muerte a la vida, de la oscuridad a la luz, del llanto a la alegría.
La celebración de la Pascua tiene entonces esta finalidad: hacerte pasar de la esclavitud de tus vicios y pasiones a la verdadera libertad. Sacarte de toda situación de angustia, desolación e impotencia, para que experimentes la alegría y el gozo de vivir; rescatarte de la ‘muerte’ y hacerte entrar en la vida. Esto es la Resurrección. Para esto Jesús ha subido en la Cruz y se ha dejado matar, para que tú y yo pudiéramos ‘pasar’ de la oscuridad de la muerte a la luz de la vida. La primera pila bautismal en la Iglesia tenía la forma del sepulcro. Y has escuchado que el Maestro fue colocado en un sepulcro de roca en el cual todavía ninguno había sido colocado. Cristo es la roca y por el Bautismo fuimos sepultados con Cristo y hemos resucitado con Él.
En esta pascua, Dios Padre quiere hacer ‘pasar’ de la muerte a la vida tu trabajo, tu matrimonio, tu sacerdocio, tus proyectos. Desea sacarte de la enfermedad y de la desesperación; de la depresión y de la monotonía. Quiere llenar de sentido cada minuto de tu existencia, para que no te dejes morir en una existencia opacada por la rutina.
Créeme: Jesucristo ha resucitado, ¡en verdad resucitó!
Miembro del Equipo de Formadores en el
Seminario Mayor de Manizales
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