Pbro. Rubén Darío García


Rubén Darío García, Pbro.
LA PATRIA | MANIZALES
Jeremías 23,1-6; Salmo 23; Efesios 2,13-18; Marcos 6,30-34
Imagina un rebaño sin pastor. ¿Qué harían las ovejas? Te invito a pensar también en la figura del pastor. ¿Quién podría recibir la responsabilidad de pastorear? Inmediatamente yo pensaría en un sacerdote y en un obispo. Reciben el título de pastores y están encargados de cuidar un rebaño que el mismo Señor les ha confiado. Aquí la palabra de hoy suena como una trompeta: “Ay de los pastores que dispersan y dejan perecer las ovejas de mi rebaño… yo os tomaré cuenta, por la maldad de vuestras acciones”.
Es una llamada a la conversión de nosotros sacerdotes. Las ovejas necesitan ser sanadas de sus enfermedades y dolencias, ser asistidas en sus heridas y curadas. El único que puede sanar y curar es Cristo Jesús. Es por esto por lo que el Señor dice: “Yo mismo reuniré a mis ovejas”. Esta es la razón por la cual la mayor obra de misericordia es anunciar a Cristo a las ovejas, porque teniéndolo a Él, todo lo demás vendrá por añadidura.
En este mismo sentido un papá y una mamá asumen también el título de pastores. Los hijos son este rebaño confiado por Dios al cuidado de sus padres, quienes no son dueños de la vida sino que están al servicio de ella. La acción más grande de amor para con ellos es enseñarles “el arte de vivir”. Darles el verdadero sentido de la felicidad, enseñarles a amar. Darles la fe por el bautismo y acompañar su proceso de crecimiento es más grande e importante que preocuparse por dejarles herencias en dinero o cosas. Si los hijos pierden el sentido de sus vidas, derrochan cuanto tienen. Hay demasiados vacíos que vienen incluso desde el vientre de mamá. El único que puede restaurar la vida es Aquel que nos ha dado la Vida. Hay muchos hogares donde los niños en verdad aparecen como “ovejitas sin pastor”. Papá o mamá pueden llegar a privilegiar sus proyectos personales por encima de la misma familia y caer en el engaño fatal de “cosificar las personas y personificar las cosas”, incluso una mascotica puede llegar a ser personalizada, a veces dándole el lugar de los hijos.
Miembro del Equipo de Formadores en el
Seminario Mayor de Manizales
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