Guillermo O. Sierra


"La ignorancia, el olvido o el desprecio de los derechos del hombre son las únicas causas de los males públicos y de la corrupción de los gobiernos", estas palabras las releí hace pocos días en la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789: Y a riesgos de ser aguafiestas justo ahora que estamos en temporada de grandes fiestas y de vacaciones para muchos (no para la mayoría), pues no puedo dejar de decir que en este 2015 no estaría mal que las tuviéramos en cuenta. Y por ello pienso en la libertad de todos los días, esa que acompaña nuestra cotidianidad y que, de alguna manera está ligada a sus parientes pobres conocidos como los derechos sociales de los ciudadanos.
Y aunque seguramente veremos las calles llenas de personas recorriéndolas y consumiendo de toda cuanta cosa vendan, y que, además, luego nos digan que a la ciudad le ingresó mucho dinero, esto no quiere decir realmente que los derechos sociales dejen de sufrir en estos tiempos de crisis económicas y de mercados abusadores, por lo que implica que deberíamos aprender a cerrar filas en la defensa de lo que es verdaderamente importante: educación, salud, condiciones laborales, seguridad ciudadana… Defenderlos es vital en aras, entre otras cosas, para evitar que quienes están en los poderes políticos y económicos hagan de las suyas.
Quisiera que este 2015 fuera el año de la libertad, que es realmente el valor al que sirven los demás derechos, es decir, si hay buena educación, buena asistencia sanitaria, un buen trabajo, buen techo, buena alimentación, es fácil inferir que hay libertad. Por ello, creo que todo está por hacer, y todo se puede hacer. Este año que comienza cada uno de nosotros debería pensar, sin perder el horizonte, en que es posible hacer más y mejores cosas, si estamos libres de las enfermedades, de las necesidades más inmediatas, de la falta de educación…
Estoy convencido de que las lógicas de la libertad y de los derechos sociales, corresponden a las lógicas de las ciudadanías, y nunca a las del mercado. La libertad no puede depender del tráfico mercantil. Y aprovecho los anuncios de quienes promocionan y "regalan" tarjetas de crédito diciendo que "hay cosas que el dinero no puede comprar", cierto, la libertad es una de ellas.
Quisiera para este 2015 que por fin comprendiéramos que la vida de los ciudadanos no es del todo buena ni decente, si no lo es también para todos. Por supuesto que muchos queremos vivir bien, pero lo ideal es que todos vivamos bien. ¿Cómo disfrutar de una vivienda cómoda sabiendo que tantos otros ni siquiera la tienen?; ¿podemos alegrarnos sin ponernos un poquito colorados, de la excelente educación que reciben nuestros hijos y parientes, a sabiendas de que hay tantos que no pueden acceder a la misma? ¿A qué se le llama solidaridad, entonces? ¿A hacernos los de la vista gorda y pasar por un lado de la miseria y las desesperanzas de millares de ciudadanos, sabiendo que dependemos todos de todos? No quiero esto para el 2015.
En este 2015 deseo ver y participar de actos realmente solidarios (no mendigando dinero en grandes campañas, me parece que de eso no se trata), que nos permitan construir de manera razonable una sociedad más justa e incluyente. Este año debe ser protagonizado por los ciudadanos de ‘a pie’. El mundo cambia y las condiciones no están dadas de antemano. Tenemos muchos desafíos. Abogo por la creatividad y el trabajo colaborativo; porque juntos aprendamos a definir nuevas reglas que nos faciliten caminar juntos, en aras de poner la economía al servicio de las personas; que sean los ciudadanos los que tengan las riendas de las cosas, y no que éstas tengan las riendas de la humanidad.
Ojalá que comprendamos que en este 2015, que apenas comienza su intrépida carrera, todo está por hacer, y que todo puede hacerse.
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