Definitivamente a estos líderes cívicos de Caldas lo que les sobra de soberbia, incompetencia y desvergüenza, les falta de sentido común, protocolo y gallardía. Los últimos nombramientos de ministros de Estado que recayeron en caldenses, fueron exaltados con loores, glorias y alabanzas y, a los pocos días de posesionados, fueron tributados con opíparos homenajes y sentidas exaltaciones públicas, donde hicieron presencia aquellos que se sentían dueños de la voluntad del pueblo y propietarios del futuro de la región. Sus rostros reflejaban el orgullo de que, de su seno íntimo, hubieran salido tan influyentes personajes y todos, casi sin excepción, se sintieron copartícipes de esos cargos hasta donde podrían llegar fácilmente para seguir con sus favorecimientos personales.
Así, vimos a Germán Cardona ser objeto de consuetudinarios homenajes a donde llegaba levitando y pasaba por el medio de genuflexos caldenses que se inclinaban cual lacayos ante el todopoderoso. Esos mismos lacayos que ocultaron su nefasta participación en la parálisis de Aerocafé, o la abolición de los anticipos para contratistas que limitó enormemente el campo de acción de modestos ingenieros y arquitectos en el territorio nacional. ¡Eso no importaba! Porque todo lo que saliera del círculo “cívico” que se había apoderado de la región -por malo que fuera- debería ser digno de alabanza; en ese círculo perfecto no cabían los errores y, si de pronto se llegaran a presentar, había que cubrirlos con la imagen de una falsa estirpe impenetrable e infranqueable. De igual forma (aunque más tímidos) se le tributaron homenajes a Gabriel Vallejo desde su posesión como ministro de Medio Ambiente.
Y hoy llega Jorge Eduardo Rojas, de cuya familia honesta, trabajadora y humilde no pueden apropiarse, y es prácticamente ignorado por el poder gremial de Caldas. Que se sepa, no se ha pensado en alguna exaltación, homenaje público o evento para felicitarlo por su nombramiento. Es más: creo que no lo han atacado porque temen necesitarlo algún día. Y es claro: porque su presencia en la cabeza de uno de los ministerios más importantes del país, pone en peligro el statu quo de esta clase seudo líder caldense que no podrá reclamar como suyo el poder. Porque Jorge Eduardo Rojas llega allí sin la “aquiescencia” de esa rosca perversa que resultó dueña de todo en Caldas, y por ello, de alguna manera, empieza a desplazarla y a desmoronarla. Porque al rodearse de funcionarios manizaleños que no pertenecen a ese círculo mediocre, perverso e inoperante que se apoderó de las decisiones de Caldas para truncarlas indefectiblemente, está enviando el mensaje de que la sociedad exige un relevo en el liderazgo y el alejamiento definitivo de quienes han participado en todo y no han sabido mostrar ningún resultado.
Y no es que el ministro Rojas esté buscando homenajes ni loores. Conociéndolo, no lo creo. Pero sí es muy triste que nuestra clase dirigente deje pasar como si nada un nombramiento de esta importancia, máxime cuando es tal vez el único que se rodeó de manizaleños honestos, eficientes y trabajadores quienes hoy andan apoderados de todo el ministerio. ¡Eso sí es digno de exaltar! Un manizaleño salido de las entrañas de una clase media que accede al poder por sus propios méritos, porta con orgullo su origen y hace gala de su eficiencia con un equipo de trabajo limpio, producto del espíritu de superación y sin deberle nada a nadie.
Que sirvan pues estas líneas como humilde mensaje de reconocimiento a Jorge Eduardo Rojas y su equipo de trabajo caldense. Le he oído decir al nuevo ministro que sus aspiraciones son solo poder brillar por sus ejecutorias y conseguir el éxito en su ministerio dejando grandes obras regadas por todo el país. Y sinceramente creo que lo logrará, porque cuenta con el apoyo de su jefe, y porque ha demostrado que sabe hacer las cosas en silencio pero efectivas. ¡Adelante, Jorge Eduardo! Usted ya dejó un legado demasiado importante en la región: demostrar que se puede ascender sin necesidad de que nuestra mediocre clase dirigente “cívica” interceda. Usted ya dejó claro que los líderes de Caldas terminarán lamiéndose sus peladuras mientras los hombres buenos crecen alejados de su fétido amparo. ¡Muchos éxitos, Ministro!
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