Jorge Enrique Pava


Tal y como van las cosas, el proyecto de ley de licores que cursa en el Congreso de la República reafirmará la protección del monopolio rentístico de los departamentos. Los impuestos se podrán seguir manejando con autonomía departamental con destino a salud y educación. Con el aliciente de que la misma ley blinda los aguardientes colombianos, y reconoce el riesgo para los departamentos productores ante la entrada de competencias inmediatas sin estar preparados.
¿Qué pasará en Caldas? El Aguardiente Cristal es una marca prestigiosa con reconocimiento nacional e internacional que dominó el mercado durante décadas, y su presencia era normal en casi todos los departamentos colombianos. Eran los tiempos en que nuestra empresa producía y vendía casi el doble de unidades de las actuales. Eran tiempos de bonanza que solo quedan en el recuerdo.
Porque la realidad es diferente: la marca Cristal ha desaparecido de vastas regiones donde otrora se consumía casi por inercia; y aunque la actual administración está orientando sus esfuerzos a la recuperación de esos nichos, con nuevas políticas comerciales y la búsqueda de distribuidores para atenderlos (empeño que merece el reconocimiento público), no podemos abstraernos de los peligros que nos aquejan ante la inminencia de la apertura de fronteras departamentales.
En Caldas se vende en la actualidad más del 90 por ciento de la producción de Aguardiente Cristal gracias, entre otras cosas, al blindaje originado en las políticas gubernamentales. El resto, es vendido en mercados empequeñecidos que hoy, repito, se están empezando a retomar, pero que requieren de un tiempo prudencial para lograr fortaleza y solidez. En ese orden de ideas, si se decretara la apertura inmediata de fronteras (especialmente con Antioquia), la invasión de sus productos originaría una debacle comercial incalculable, pues para nadie es desconocida la fragilidad del consumidor caldense quien no posee el amor por lo suyo ni el sentido de pertenencia que los antioqueños han demostrado con creces. Esto no es otra cosa que la apertura de una puerta muy amplia por donde seremos invadidos de productos de otros departamentos, pero muy estrecha para la salida de los nuestros hacia los mercados vecinos.
¿Qué hacer entonces? Sería inútil negarnos a la apertura de fronteras departamentales, pues las condiciones mundiales nos obligan a hacerlo. Pero la misma ley nos da un período de transición donde es la voluntad del gobernador la que determina el tiempo en el cual se va a dar. Así las cosas, es necesario tomarse un período prudencial para que, a través de las acertadas políticas de esta administración, de sus ímpetus, de su sorprendente agresividad, de su conocimiento comercial y de sus ganas de acertar, se logre nuevamente el posicionamiento en los mercados nacional e internacional y reforzar la fidelidad del mercado local. Así, cuando llegue la competencia, los consumidores estarán indisolublemente ligados a la marca Cristal. ¿Difícil? ¡Tal vez! Pero no imposible. Se requiere de voluntad política, administrativa, comercial, laboral y social donde todos nos pongamos la tarea de defender la empresa, sus marcas y su prevalencia y permanencia en el mercado.
Nuestro Ron Viejo de Caldas es una fortaleza cuyo comportamiento en los mercados es envidiable; y si a esto se le suma la orientación que le quiere dar Luis Roberto Rivas, su prevalencia está garantizada. Más no así el Aguardiente Cristal. La ley está determinando la protección de los aguardientes en Colombia precisamente por su vulnerabilidad. Por eso la reingeniería comercial que se está gestando en la ILC para el incremento de ventas de Aguardiente Cristal, aunque es una estrategia que muy seguramente arrojará óptimos resultados, puede llegar a quedar trunca si la administración departamental se apresura a la apertura de fronteras para ese producto. No creo que seamos capaces de resistir hoy una invasión foránea que llegará compitiendo con precios, publicidad, descuentos, y demás estrategias comerciales para las cuales no estamos preparados. Y finalmente, el departamento no cuenta con los mecanismos adecuados para controlar el contrabando que se vendrá también intempestivamente. Creo que solo se requiere de un poco más de tiempo para poder enfrentar la competencia y optimizar los controles impositivos. Dependemos entonces de nuestro Gobernador.
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