Jorge Enrique Pava


En esta hora de balances y rendición de cuentas es casi inevitable que los ciudadanos miremos las actuaciones de los gobernantes por sus realizaciones y por la forma como entregan sus cargos. Después de cuatro años de gobierno quiero hacer mi propio balance de la administración de Jorge Eduardo Rojas, sin entrar en adulaciones o críticas que resultarían inocuas. Y, sobre todo, porque el alcalde electo, Octavio Cardona, ha sido claro y enfático en reconocer las fortalezas de esta administración y en declarar que seguirá por el rumbo trazado en aspectos definitivos que se muestran hoy como baluartes de los manizaleños.
Para empezar, debo reconocer que mi escepticismo fue total en relación con el alcalde en su primer año de gobierno. Tal vez su carácter, su estilo o su forma de proceder generaban algo de repulsión y alejamiento. De ahí que dedicáramos algunas columnas a sentar posiciones contrarias a lo que sucedía en su ejercicio como alcalde de Manizales, y a criticar con fundamentos muchas de sus actuaciones.
Pero los días fueron pasando y a la par con el asentamiento del ser humano dentro del poder, se fue tornando más accesible, lo que derivó en el acercamiento con sus comunidades. Vimos entonces a un alcalde cercano al pueblo y conocedor de sus necesidades y a una persona dispuesta a entregar soluciones a los problemas cotidianos.
La confianza se fue acrecentando a través de funcionarios brillantes como Paula Andrea Sánchez en la Secretaría de Gobierno; Carlos Humberto Orozco, en salud; Juan David Arango, en Aguas de Manizales; y Felipe Olaya Arias en Tránsito. Lo acertado en el nombramiento de estos funcionarios llevó a que la ciudadanía percibiera una Manizales cubierta en los aspectos más relevantes y sintiera seguridad en los puntos más álgidos.
Pero, como en toda administración, existía una limitante presupuestal que hacía ver imposible la realización de muchos de los sueños. Y es aquí donde empieza a sobresalir un nuevo aspecto positivo del alcalde. En la administración de la pobreza es donde verdaderamente se conoce el carácter del hombre y la brillantez de sus acciones. Y nos encontramos entonces con una alcaldía gestora de recursos ante el Estado y con una Manizales en vías de transformación.
Silenciosa y casi sigilosa, la Administración Rojas fue tocando puertas y gestionando recursos ante el Gobierno Nacional hasta llegar a un monto de un billón ciento setenta y dos mil cuatrocientos millones en los cuatro años de gobierno. $1.172.400.000.000 que entraron a refrescar las arcas municipales y a posibilitar la ejecución de grandes obras para la ciudad. Y con esto, se ha venido transformando el pensamiento del manizaleño hacia un enfoque más positivo y hacia caminos de desarrollo y progreso.
La cifra hay que repetirla: $1.172.400.000.000 adicionales a los presupuestos. Y hay que repetirla porque es desconocida y no puede pasar desapercibida. Y porque tal vez ni los gremios, que se sienten tan útiles y que se ufanan de todo lo bueno que nos sucede, conocen esta cifra. O no la han querido reconocer.
Por eso la Manizales de hoy se muestra hermosa, pujante, como una de las ciudades con mayor calidad de vida y como esa ciudad donde se puede vivir. Por eso vemos crecimiento en la empresa privada, en la construcción, en las vías, en la industria, en el comercio, en la academia (¿qué tal, por ejemplo, el crecimiento académico, físico y estructural de la Universidad de Manizales?). Por eso superamos cifras de desempleo y podemos ofrecer una Manizales digna.
Vaya pues un saludo de felicitación al alcalde Jorge Eduardo Rojas. A ese alcalde que critiqué con insistencia en un principio y del que expresé mis reservas en algunas de sus actuaciones. Demostró con creces sus capacidades y las cifras que se muestran son coherentes con esta Manizales de hoy. ¡A todo Señor, todo honor! Y vaya también entonces mi expresión de satisfacción por la voluntad del alcalde electo, Octavio Cardona, en mantener este ritmo de crecimiento, gestión y desarrollo de ciudad. Si seguimos así volveremos a ubicar a Manizales en el eje del desarrollo nacional y cambiaremos el concepto errado de ser una ciudad terminal.
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