Con el nombramiento de Alejandro Maya en el viceministerio de Transporte, se acaba de completar el equipo caldense en el Alto Gobierno y de reforzar la presencia manizaleña en cargos de altísima responsabilidad y decisión del Estado. Jorge Eduardo Rojas, desde la cabeza de ese Ministerio, le ha dado a la región la importancia que nunca antes el ejecutivo había contemplado y nos pone en una ventaja, al menos en el papel, sobre las demás regiones del país.
Pero a la par con esa ventaja inicial, el reto que le espera al propio ministro es inmenso. Porque no tendrá disculpa para dejar que la región siga rezagada, ni podrá aducir ningún argumento para realizar las inversiones que venimos esperando durante años y que solo nos ha traído frustraciones, desengaños y pérdida de esperanzas.
Porque si bien es cierto que el ejercicio de un ministerio que tiene cobertura nacional no se puede circunscribir a una sola parte del país, también lo es que las tendencias naturales y la voluntad política del ejecutivo son determinantes para ver plasmado en hechos el desarrollo en infraestructura que venimos reclamando con justicia durante tanto tiempo. Y no se trata de pedir más de lo que se puede gestionar e invertir; se trata de tener las puertas abiertas para presentar proyectos y que sean considerados dentro del plan de inversión; se trata de que nuestros clamores dejen de ser ignorados por el Alto Gobierno; se trata de ser, ¡por fin!, tratados con justicia y reconocidos como región importante; se trata de contar con la participación presupuestal que nos merecemos y de la cual nos han marginado sistemáticamente durante decenios.
La juventud de Jorge Eduardo Rojas; las presumibles aspiraciones políticas del ministro y de su equipo de colaboradores inmediatos; las circunstancias especiales de haber conformado un equipo de trabajo extraído de esta tierra; y las capacidades demostradas de hacer en corto tiempo lo que en condiciones normales rara vez se logra, nos llenan de optimismo y de una razonable esperanza de ver a Manizales y Caldas retornar por la senda del progreso vial y de infraestructura. Repito: no habrá disculpa alguna para justificar que sigamos siendo ignorados por el Gobierno Nacional; no habrá argumento posible que pueda justificar el abandono estatal en los actuales momentos; no habrá forma de decir que no a los reclamos regionales. 
Lo que pedimos no es mucho. Es tan solo la compensación al inmenso aporte que la región caldense le ha brindado al país y que, gracias a la indolencia de su gente y a la pusilanimidad de sus líderes, se ha abstenido de exigir con la vehemencia necesaria para lograrla. Es tan solo que el Gobierno Nacional nos mire con la importancia que nos merecemos y nos reconozca como ese centro comercial, industrial, agrícola y turístico que merece ser apoyado, contemplado con benevolencia y objeto de inversión económica.
En días pasados hacíamos alusión al momento tan especial por el que atravesamos y a las condiciones de favorabilidad en que nos encontramos. Hoy, más que nunca, necesitamos trabajar unidos y alejarnos de esas rencillas personales que solo provocan indiferencia, desazón y apatía. Hoy, más que nunca, tenemos que dejar esa ambición de protagonismo personal mediático que caracteriza a nuestra clase dirigente y que solo sirve para alimentar sus egos, pero que a Manizales y Caldas les perjudica en altísimo grado. Hoy, más que nunca, necesitamos a la clase política caldense dispuesta a unir sus fuerzas para sacar adelante los grandes proyectos de infraestructura que solo han servido para alimentar los bolsillos de algunos seudo líderes privados, y para alimentar el discurso baladí de las campañas políticas.
Porque el reto no es solo del ministro Rojas. El reto es para todos los manizaleños y caldenses que aspiramos a ver concretados los grandes proyectos, y que debemos bajar las armas egoístas que han movido durante años las pasiones, las discordias y los enfrentamientos entre sus gentes.