Jorge Enrique Pava


Las ansias alcabaleras del gobierno se están manifestando hoy de una forma deplorable. Los funcionarios de la DIAN, en medio de su desespero por aumentar los recaudos, están acudiendo a medidas arbitrarias que indefectiblemente lesionan al contribuyente y rompen todos los códigos de decencia, cordialidad, normalidad y legalidad.
Hemos llegado a extremos abominables donde los contribuyentes somos tratados como delincuentes y los funcionarios parecen investidos de poderes inquisidores a quienes solo les sirve sus exigencias que, por absurdas que parezcan, tenemos que cumplir así sea violando la lógica, los procedimientos contables y tributarios, y los mandatos legales.
La extorsión está de moda en la DIAN. Pasamos de una entidad medianamente respetuosa, formal y ajustada a las normas, a una detestable que utiliza métodos represivos, extorsivos, arbitrarios y casi delincuenciales para maltratar al contribuyente y obtener pagos extras, a los que hay que ceder como única manera de liberarse de la persecución implacable y atropellante.
No es justo, por ejemplo, que se estén utilizando servicios de call center para efectuar cobros sobre los cuales no queda evidencia alguna. Estamos expuestos a las llamadas de personas cuya finalidad es torturar al contribuyente y hacerle la vida imposible; llamadas donde se acude a la amenaza directa que cae en un terreno abonado, pues recibir una comunicación de la DIAN es asimilada a la recibida de las Farc o el Eln. Con la diferencia de que con estas últimas existe alguna posibilidad de conciliación y de lógica, mientras que con la primera quedamos expuestos a la prepotencia y la arbitrariedad que les da la investidura estatal.
Otro ejemplo es el procedimiento que están siguiendo algunos funcionarios de llegar a las empresas a realizar visitas de fondo. Si de esas visitas no pueden obtener recursos adicionales, se ensañan contra los socios, individualmente considerados, a quienes se les persigue como criminales y, con listado en mano, se les anuncia la investigación exhaustiva a todas las sociedades donde tengan inversiones, y se les da a conocer el listado de sus bienes con su respectiva ficha catastral, dirección, saldos bancarios, etc., al peor estilo mafioso y como argumento “disuasivo” para que el contribuyente termine corrigiendo sus declaraciones y liquidándose mayores saldos a pagar. Nada más parecido a una pesca milagrosa.
Todo lo anterior, repito, sin dejar evidencia escrita, seguramente porque son conscientes de su arbitrariedad y sabedores de que sus procedimientos son bárbaros, criminales, lesivos y sancionables.
¿Y cómo pretenden obtener el recaudo superior? Los funcionarios exigen la corrección de las declaraciones, induciendo (o más bien, exigiendo) a que se desfiguren la cifras consignadas, así la nueva verdad oficial sea contraria a la realidad económica del contribuyente. Tengo, por mi ejercicio profesional, varios casos puntuales de estas situaciones los cuales, como es lógico, no puedo señalar. Lo primero, por la reserva profesional; y lo segundo, por protección a mis clientes quienes seguramente se verían sometidos a represalias de funcionarios que han demostrado no tener escrúpulos para obtener su cometido y cuyas actuaciones siempre van en detrimento de contribuyentes inocentes.
¿Y por qué no denunciar estas situaciones ante la propia entidad? Pues porque los mecanismos virtuales que supuestamente tiene la DIAN para estos casos no funcionan; porque no existen funcionarios que atiendan de manera formal estas denuncias; y porque la intransigencia y prepotencia que se apoderó de algunos funcionarios fiscalizadores merecen ser ventiladas públicamente para protección y prevención de la sociedad.
Es triste admitirlo, pero parece que la legitimización de los delitos de los grupos terroristas está llevando a que se multipliquen los métodos ilegales para lograr los fines, aún en entidades como la DIAN que se debe enteramente a los contribuyentes y con quienes no tienen ya consideración alguna. Solo queda una sugerencia para la DIAN en esta época de acuerdos y tratados de paz: ¡desmovilícese!
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015