Jorge Enrique Pava


Cuando en este espacio se aborda el tema de Caldas y se comentan sus problemáticas, nacen unas sorprendentes oleadas de solidaridad que denotan el inconformismo íntimo de los caldenses al ver a su departamento paralizado, al garete y sin norte alguno.
Porque es muy triste tener que asistir a esta debacle anunciada y ser testigos del retroceso al que nos tiene sometidos la administración de Julián Gutiérrez Botero. Vemos que cada día se ahondan más sus crisis y se alejan más sus remedios, pues no parece haber ningún responsable ni nadie con la intención de asumir posiciones gerenciales, administrativas o políticas.
¿Será solo percepción mía o, como dice el propio Gobernador en medio de su impotencia, producto de mi mente nublada por falta de contratos (¡ja!)? Veamos:
El impase desastroso que acaba de sufrir el Departamento por la improvisación de los Secretarios del Despacho ante la Asamblea Departamental, tal vez no tiene precedentes. Poner en vilo millonarios recursos por falta de claridad, solvencia, manejo político, humildad y habilidad administrativa no solo es calamitoso, sino preocupante por el larguísimo camino que nos falta por recorrer. Afortunadamente -y a última hora- la Duma aprobó los proyectos mediocremente sustentados y le dio vía libre a las inversiones inmediatas que nos permite desatorarnos un poco y solventar aunque sea los gastos mínimos de funcionamiento. Pero (y es lo que preocupa) vendrán otros rounds en los cuales tendremos que sufrir penas mayores. Y sin una cabeza apta para afrontarlos.
¿Qué ha pasado con la Industria Licorera de Caldas? Mucho diagnóstico; muchos millones invertidos en contratos amañados, direccionados e inútiles; muchas decisiones erróneas, soberbias e imprudentes; muchos escándalos que solo hieren y laceran la estabilidad de la empresa (que, en el fondo, parece ser lo que buscan); muchos debates públicos inanes con la notoria ausencia del gobernador y la Junta directiva; y mucho pataleo y rabieta que dejan la evidencia palpable de la ignorancia sobre la Industria, cruelmente compensada con la búsqueda de beneficios personales. Mucho de todo, para terminar en un silencio asombroso que genera más incertidumbre y más inestabilidad, y que somete a la empresa a un limbo administrativo que requiere de soluciones inmediatas. Y sin una cabeza apta para afrontarlas.
¿Qué está pasando con Empocaldas? Una empresa que logró su recuperación cierta y certificada en esta administración que ha atropellado sin compasión el señor Gobernador, sometida hoy a la desidia y a la afectación por líos jurídicos emanados del propio despacho del doctor Gutiérrez. Aquí ha prevalecido más la vanidad, la soberbia, la prepotencia y la ambición, que el verdadero juicio y la sindéresis que deben acompañar a un mandatario departamental. Ha tirado todo por la borda en una empresa que requiere de concertación, ánimos aplacados y corazones sosegados, y solo ha generado más problemas que soluciones. Y sin una cabeza apta para afrontarlos.
¿Qué pasa con el desarrollo vial e hidroenergético? Inficaldas es la responsable de estos grandes proyectos y solo vemos una parálisis lesiva generada por el desconocimiento y la pusilanimidad de un concierto de mimos en cuyas manos se encuentra su administración. El progreso vial (así les duela a muchos) se ha limitado a seguir los lineamientos trazados desde la gobernación de Mario Aristizábal, solo que esta vez con inversiones tímidas, miedosas y taimadas que dan al traste con el impulso que deberían tener, por su importancia y relevancia. Y el asunto hidroenergético, sobre el que se guarda un silencio escabroso, parece haber pasado a un quinto lugar, cuando podría ser la salvación económica de Caldas. En estos aspectos se requiere de voluntad política, de conocimiento material y de capacidad de gestión. Pero no hay una cabeza apta para afrontarlos.
Igual podríamos hablar de educación, deporte, cultura y otros temas en los cuales tiene la máxima responsabilidad el Gobernador, y tendríamos que salir llorando. (Solo en salud -todo hay que decirlo- el departamento muestra una franca recuperación y vemos un cambio drástico que genera optimismo y esperanzas). Porque son temas que requieren de conocimiento, audacia, gestión política, capacidad administrativa, sencillez, carisma y emprendimiento. Pero no hay una cabeza apta para afrontarlos.
Y para rematar, oímos al Gobernador tomando partido en las elecciones del domingo a favor del candidato caldense, en un acto de inocencia que le puede costar demasiado caro a él como persona, como mandatario y como político; y a Caldas por las repercusiones que pueda tener ese gesto imprudente e ilegal, en la voluntad del Gobierno Nacional para con el departamento. Es un acto que ha trascendido las fronteras de Caldas y se encuentra en la prensa nacional, donde se solazan denigrando lo nuestro y acabando con lo poco que tenemos para mostrar. Un solo día de elecciones que exigía prudencia e imparcialidad en la máxima autoridad departamental, pero tampoco hubo cabeza apta para guardarlas.
Solo me queda una pregunta: ¿soportará nuestro amado Departamento otros dieciocho meses sin una cabeza apta para gobernarlo? ¡Me da pavor la respuesta!
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