Mario César Otálvaro


Mario César Otálvaro
LA PATRIA | Bogotá
"El fútbol es lo más importante entre las cosas menos importantes" sostiene Jorge Valdano, el argentino campeón del mundo en el 86 como jugador, ex técnico del Real Madrid, y hoy afamado conferencista, columnista, y comentarista deportivo.
Los hechos registrados en Cúcuta y Manizales durante la pasada jornada de la Liga Águila demuestran que hay individuos que se lo están tomando como si fuera la propia vida, y esto no es más que un deporte, en el que se gana, se pierde, se goza, y se sufre.
Que los hinchas ingresen al campo para agredir e insultar a los jugadores, como sucedió en el General Santander, o que un grupo presione la echada de un técnico que está peleando cupo, como en Palogrande, desborda los límites de la tolerancia, el espectáculo, y la diversión.
Mal antecedente, y actos que no deben prosperar porque asumen ventaja, los vuelven ley, y en cada situación de disgusto frente al club forzarán las decisiones directivas con medidas de choque, dándole capítulo especial a la intimidación y al chantaje.
Acerca de la salida de Flabio, precipitada por ese clima enrarecido en torno al Once Caldas, y aceptada por una Junta que debió forzar su permanencia hasta el partido con Millonarios que estaba encima, fue el último suspiro del ahogado, como suele ocurrir en estos casos.
Inoportuna, sin criterio empresarial, grata para los seguidores y la prensa que se sintieron ganadores, y fatal para las aspiraciones deportivas porque la clasificación estaba viva, entrando en un estado de interinidad infortunado, con lo que creo, se bajó la persiana.
Hay veces en las que nada sale, y esa sombra fatídica se presentó tras el invicto de 7 fechas, primero ante el Huila en ese penalti increíble de Obeso (minuto 88) que significó la derrota, y luego contra Alianza en ese duelo que concluyó empatado por desfachatez.
Lo de Campaz fue infame, de mala gana, a Leudo no se le puede pedir más, no tiene, siendo cómplices ambos en el gol de Carrascal porque restando 2 minutos lo vieron pasar hasta rematar, cuando se sabía de la urgencia del resultado, y lo que estaba en juego.
Le hicieron la judía a Flabio, quien por supuesto es culpable porque los recomendó, los trajo, como también a Obeso, y otros tantos limitados hoy en el Once Caldas, pagando con el puesto, aunque sigo pensando que debió terminar campaña porque podía llegar.
Reconociendo asimismo que Flabio se equivocó luego de la crisis porque no reaccionó, anímicamente se mermó, quedó bloqueado, no tuvo asesoría ni respaldo firme de los de arriba, y ese mensaje lo interpretaron sus dirigidos.
Un Once Caldas inseguro, sostenido por jugadores discretos, algunos más preocupados por el peinado, la pinta y el caminado, y en el que las excepciones se pueden citar para no ser injustos, Cuadrado, Piedrahíta, Moreno, Pérez, Lopera, Quintero y Arango.
No se entiende cómo, después de semejante oportunidad, algunos con contratos largos, otros con derechos comprados sin merecerlo, no fueron capaces de responderle, siendo hasta risible la solidaridad que quisieron brindarle minutos antes de su renuncia.
Se va Flabio dejando muchos contradictores, y a pocos convencidos de que sabe el oficio, entre quienes me incluyo, deseándole suerte, y también al Once Caldas para que su sustituto logre un mayor grado de aceptación mientras la tribuna se le viene encima.
Ante Millonarios, más de lo mismo de una nómina floja que debe ser refaccionada. Pésimo arbitraje de Lamoroux, irresponsable Arango al hacerse expulsar, y Tito Cortez, gran tipo y duro en la raya en las canchas aficionadas, está lejos de ser una buena alternativa.
P.D. Hay periodistas enloquecidos publicando nombres de técnicos que llegarían, lista tan previsible, que cuando escojan uno dirán que lo anticiparon. Supongo que ya están las 30 hojas de vida enviadas por los mismos de siempre, y ojo porque en el acierto se cifrará a corto plazo el éxito que ésta empresa, estoy seguro, alcanzará por su fortaleza estructural.
Hasta la próxima...
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