Mario César Otálvaro

LA PATRIA | Bogotá

En menos de 15 días, el Once Caldas pasó de la oscuridad de la noche a los tibios reflejos del amanecer, de no tener cómo a la posibilidad de meterse, y del desencanto de una campaña magra a la ilusión de una clasificación insospechada.

Sería necio creer que Hernán Lisi por el hecho de ganar partidos en serie tenga la varita mágica, y más aún que en tan corto tiempo pueda enderezar esa serie de decisiones que condujeron a la errática conformación estructural de la nómina.

Lo dijo él mismo cuando señaló que encontró puestos en los que solamente hay un jugador para ocuparlo, y otros en los que cuenta hasta con cinco. Menudo error, fruto de las concesiones otorgadas por Torrente en materia de contrataciones.

Pero razones habrá en esta alza del Once Caldas porque con idéntica plantilla cuyas deficiencias se conocen, sobre los mismos nombres, y con base en un trabajo que por tiempo no ofrece mayores variaciones, está dando resultados.

Todo indica que mejoró la comunicación con los jugadores –parece que es uno de sus fuertes– le restó presión al grupo, ubicó a algunos en los puestos que mejor conocen, y aportó en ataque apoyándose mucho en la apertura de cancha.

Poner a Viveros y Cure como volantes extremos, sin que sean la panace, pero que se acomodan por características, sostener a Lopera en el medio esperando que Quintero recupere nivel han sido claves en el desempeño diferencial del equipo.

Nada novedoso porque es esencia de este deporte para que no se piense en conjuros, recordando que las primeras presentaciones también estuvieron cargadas de errores corregidos entre la magia de Cuadrado y los cambios oportunos del estratega.

Lo que también habla de Lisi, pues atina al leer los partidos sobre la marcha, y en el caso de Daniel Hernández comprendió pronto el valor de su contenido, que en un principio iba en contravía de sus predicamentos. Ya lo entenderá con Estupiñán.

Hasta ahora, fútbol simple y efectivo, tal vez con un poco de suerte –que igual es válida– y un empujón anímico maravilloso que puso a soñar a la hinchada. Estas líneas fueron escritas antes del choque con Envigado, al que debía ganársele en Palogrande.

A propósito de Cuadrado –y nada tienen que ver sus últimas actuaciones que confirman su categoría– hace rato viene pidiendo pista en la selección porque es más que cualquiera de los suplentes de Ospina, aún en sus momentos irregulares.

La verdad, un panorama distinto tras la salida de Torrente, un técnico interesante que no supo establecer barreras, que permitió demasiada injerencia de sus jefes, y que por darles gusto terminó reprobando. Muy ingenuo para ser argentino.

Y aunque suena un tanto contradictorio por aquello reiterativo de que el Once Caldas carece de un plantel altamente competitivo, no sería extraño verlo clasificado en atención a las circunstancias del torneo y el nivel de otras escuadras.

Si Bucaramanga y Envigado con nóminas inferiores o parecidas están casi adentro y Patriotas y Rionegro pugnan sin que sean más, o los históricos entraron en crisis, o les quedó grande encarar varios torneos a la vez, y el papayazo hay que aprovecharlo.

Ojalá Lisi sepa mantener a raya las presiones incorrectas venidas de Paniagua y compañía, y de algunos miembros de Junta, quienes enrarecieron el vestuario en la era Torrente por intereses económicos personales.

P.D. Una lástima que Nicolás Gallo, el mejor arbitro colombiano de la actualidad –junto con Wilmar Roldán– no haya sido incluido en el listado FIFA y si aparezca Hárold Perilla, un discreto juez respaldado por la comisión. ¿Qué pasó Alvarito González?

Hasta la próxima…

Twitter: @macotal

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