Mario César Otálvaro

LA PATRIA | Bogotá

Cuando Juan Carlos Osorio aceptó la oferta del Puebla de México, Pompilio Páez lo remplazó y al Once Caldas le costó la quinta estrella. Luego Tito Cortés ocupó el puesto de Flabio Torres, y fue una eliminación más.

Y si miramos atrás, Eduardo Cruz o Juan Carlos Bedoya fracasaron como soluciones parciales, lo que da a entender que la peor decisión es cambiar de técnico a mitad de torneo, y que salvo un milagro la debacle es inevitable.

Sorprendió la renuncia de Javier Torrente –más allá de los resultados que inclusive invitaban a su despido– porque revela la debilidad de su proyecto deportivo, que sus ambiciones eran mínimas, y que consciente o no, sabía que no tenía con qué.

De lo contrario cómo se explica que después de invertir dinero para la traída de tres refuerzos que estaban desempleados y prometer clasificación salga corriendo sin el menor reato frente a sus jefes, sus dirigidos y una hinchada que siempre lo trató bien.

La derrota ante el colero Chicó en una decepcionante presentación, y la caída en casa frente a un rival directo como Pasto, fueron la tapa de una campaña llena de mentiras que él mismo se creyó, y que careció de norte, entre otras por su pasividad y complacencia.

No juzgo al señor Torrente como trabajador porque hay referencias, pero como líder responsable de una institución ofreció poco –por no decir nada– y como dije alguna vez, por orgullo, prepotencia o conveniencia se sintió por encima del club.

Nunca metió presión a la directiva, aceptó todo, le vendieron jugadores, no le trajeron, le tocaron el sueldo, la nómina, y fresco; y para quien escribe sembró dudas acerca de su cooperación en cuestionadas decisiones de la gerencia deportiva.

Dicen que vivía como un ‘pachá’ y no lo dudo, con semejante ingreso y en ese remanso de paz que es Manizales cualquiera se la goza, y quizá eso ratifica su conformismo, argumentado también en sus actividades sociales.

Lo de Torrente se veía venir e independiente de la forma inteligente como lo maquinó vendiendo la idea de que se marchaba por una oferta superior, la verdad fue que dejó tirado al Once Caldas y salió por la puerta de atrás.

El cuento de que lo buscaron es extraño, y disculpen la malicia que me conduce a especular que gestionó este paso cuando vinieron los del Grupo Pachuca interesados en la compra del Once Caldas, en otra de sus manipulaciones.

Luego, abrazos y lágrimas de quien siempre fue huraño, y que con habilidad en las ruedas de prensa justificaba sus actuaciones y las empresariales alimentando ilusiones falsas, hoy corroboradas en la tabla de posiciones y en un futuro incierto.

Bien ido señor Torrente, y lejos quedó de hacer parte de la historia de los grandes técnicos que ha tenido el Once Caldas, entre quienes sobresalen Francisco Maturana, Luis Fernando Montoya y Juan Carlos Osorio.

Sin embargo, la política no varió y la apuesta siguió siendo técnico extranjero del mismo grupo que lo representaba, al igual que al hoy seleccionador de Bolivia, Ángel Guillermo Hoyos, y el elegido fue Hernán Alberto Lisi, ex Deportivo Pereira.

Confieso que poco miro la B por su baja categoría, pero sus números fueron buenos y las referencias mejores, y dentro del universo de entrenadores que podrían considerarse suena como una alternativa interesante.

Por supuesto que la valoración se hará sobre el trabajo, pero de entrada lo señalan como un hombre que maneja el camerino, que lee los partidos y que toma decisiones y plantea soluciones sobre el juego mismo. Ojalá no se equivoquen.

Hasta la próxima…

Twitter: @macotal

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Lo de Torrente se veía venir e independiente de la forma inteligente como lo maquinó vendiendo la idea de que se marchaba por una oferta superior, la verdad fue que dejó tirado al Once Caldas y salió por la puerta de atrás.