Óscar Dominguez


Ruidosas felicitaciones para mis jurásicos contemporáneos de Aranjuez que celebraron 63 años de su primera comunión el 13 de junio. A esos chinches, hoy proustáticos abuelos, les dio la comunión el padre Hernando Barrientos. La primera comunión la hicimos mi hermano y yo en Santa Bárbara y de premio gordo nos trajeron a Aranjuez. Viajamos en camión escalera, estrenando cachaco, cirio en mano. Ese día, mi tío Aníbal me regaló cinco centavos. No me cambiaba por Dios ni mano a mano. Después trató de ganarme para la causa del DIM invitándome los domingos a los clásicos contra Nacional con derecho a esquimal de La Fuente. En uso del libre desarrollo de mi personalidad me le salí del libreto y me alineé con Nacional. Respetó mi decisión y seguí chupando esquimales, una de las formas de la felicidad.
Gustavo Álvarez Gardeazábal, salud. Me copiaré de Luis Fernando Gil, estudiante de último semestre, quien le ha exigido a la U. de Antioquia que se olvide de vetos y compre tu libro El Resucitado para su biblioteca. Les exigiré a universidades, restaurantes, supermercados, bibliotecas, tintiaderos, parroquias, moteles, costureros, que compren mi último libro ¿Adónde van los días que pasan? Si no lo hacen, denunciaré una oscura conspiración judeo-cristiano-marxista (por Groucho, no por Carlos) contra los locos bajitos.
Hombre, Darío Arizmendi, antiguo profesor de psicología en la U. de Antioquia. (Todavía se usaba la p antes de s. Mirá cómo hemos envejecido). Leí tu declaración en El Tiempo en la que admites que tienes cuentecita en el vecindario pero sin el ánimo de escurrirle el bulto a la DIAN. Me sorprende que digas que en todas partes te han pagado bien menos en Caracol. ¿Tanto tiempo ganando poquito? ¡Mamola! Tus proletarios y envidiosos colegas gozaríamos como enanos de circo devengando -poquito- como tú durante un lustro, un año, un mes. En reciprocidad por las enseñanzas dadas -y que ya olvidé-, admitiré que en Caracol apenas te pagan para cubrir los peajes entre Bogotá y Anapoima.
Profesor Pékerman, como en todo colombiano ronca un técnico, le doy cartilla para que eliminemos mañana al Perú en la Copa América Centenario: Que durante el partido, para desestabilizar al contrario, nuestros jugadores hablen pestes del Nobel Vargas Llosa y de Isabel, su novel mujer, encarnación de la felicidad total; no le presten el “útil” a los peruanos, jueguen con y sin el cuero, si no les funciona equis esquema improvisen otro, enséñeles a vivir que es mejor que jugar fútbol, fíjese si tienen el aguatero leal; cópiese de la divisa de Ranieri, el entrenador de Leicester, campeón de la liga inglesa: jugar con sangre, corazón y alma; llenen el flanco izquierdo de ferrocarrileros derechos y el ala derecha de zurdos. Y me abro porque tengo que redistribuir mi ingreso poniéndoles plátano y agua a los pájaros.
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