Óscar Dominguez


Sin más arandelas vamos con nuevas historias de menudos:
Matías, tres años, observa a su mamá mientras arregla a su hermanita de seis meses, a quien acaba de bañar. De pronto, Matías, sorprendido, exclama: “¡Uy mamá! ¡Susana tiene un roto en la vajilla!”.
Conversación en el bus escolar: Santiago, seis años: "Si el mundo fuera de plata, no existirían los ladrones". Revira Samuel, cinco años: "Ni los policías, que son los que cogen a los ladrones". Remata Camilo, cinco años: "¡Ni los políticos!".
Mientras le ayudaba a mi nieto Gabriel, cuatro años, a construir un castillo de Lego me dijo conmovido: “Abuela, si quieres, me caso contigo”.
Rocío, ocho años, asegura que "egoísta" se le dice a la mujer y "egoísto" al hombre.
La abuela va con Paul, cuatro años, al pequeño cementerio del pueblo. Curioso, le pregunta que qué eran esas piedras y esas lápidas, en medio del jardín. Su abuela le explica que las personas se hacían viejas, se morían y las enterraban en ese jardín, poniéndoles una lápida encima. Y Paul le preguntó: “¿Y tú, abuela, por qué no estás todavía aquí?”.
Hace tiempo mi tío es soldado y tengo miedo de que pase algo malo, todo el tiempo lo extraño y quiero que vuelva. Él volvió un día y se quedó toda una semana, me sentí feliz y fuimos a comer helado. (Karla, diez años, en el libro Los niños piensan la paz del profesor Javier Naranjo. Editó BanRepública).
Antonia, cuatro años, le pregunta a su mamá dónde había crecido ella antes de nacer. Su mamá le responde que en su vientre. Su hermanito adoptado (Abel, de cinco) pregunta a su vez dónde creció él, y su mamá le dice que en el corazón. Entonces exclama Abel: ¡Entonces en embarazo deberías parecer una B! (al tiempo que dibuja la letra s en el aire).
Salomón, cuatro años, a media lengua, refiriéndose al recordado espanto antioqueño: "¿Se imaginan que La Llorona fuera de chocolate?".
En una ocasión que nos vio discutiendo, Jacobo, cuatro años, nos pidió silencio: ¡No usen las palabras!
Carolina, cinco años, pregunta a su mamá un mes después de que ella dejara su trabajo en la empresa: ¿Mami, cómo te sientes en tu año soviético?
Leía la abuelita en voz alta alguna noticia del periódico y allí aparecía la palabra "antípoda". Alicia, cuatro años, pregunta: "Abuelita, ¿qué es antípoda?". Le explicó que mientras aquí estábamos de día en la China era de noche "porque los chinos están al otro lado del mundo". "¿O sea que los chinos caminan en la cabeza?".
Historias parecidas aparecen en el libro “¿Adónde van los días que pasan?” del cual este negro es compilador. Editó Luna-Libros, con prólogo del poeta Darío Jaramillo Agudelo. Lo encuentran en las ferias del libro. Por favor, cómprenlo antes de que me agote…
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