Óscar Dominguez


Ahora que la suerte está echada, espero recobrar amigos perdidos y perder enemigos ganados. Se impone remendar relaciones familiares seriamente averiadas por la ardua confrontación. Tampoco es para tanto.
No tiene sentido coquetearle a la paz, invocarla en el Padrenuestro y estar cambiando de religión, de equipo de barrio, de acera, cuando vemos venir al contrario político.
Espero que los anfitriones zuluaguistas no me sigan dando la presa más chiquita en los almuerzos, y que le echen menos agua y más ron al señoritero cuba libre.
La que pasó fue una campaña atípica en la que cada uno se convirtió en jefe de debate de su candidato. Los que ganamos perdonamos fácil. Los perdedores tardan más para perdonar, y para olvidar, que es todavía mejor.
El domingo que ya pasó, bien dormido y mejor comido, juicioso, después de soñar y envidiar al ángel de la guarda de Laura Acuña;
De celebrar anticipadamente el triunfo de Colombia en el mundial de fútbol contra los que “inventaron” la filosofía y la belleza;
De ponerme pinta cómoda, colombianísima, de Arturo Calle, pero con etiqueta de "hecho en Viet Nam";
Después de darle un abrazo de oso al gato, de revisar en el espejo las nuevas arrugas que me acompañan en mi ocaso con lealtad de perrito de la Víctor, de engullirme el matutino puré de pepas que me recetó el doctor para resistir la andadura;
De caminar pa estirar estas carnitas y estos huesitos, de despachar un opíparo desayuno con calentao;
De monitorear cómo andan mi próstata y una espléndida cicatriz que me recuerda que ya (¿¡) no soy inmortal, fui a votar para que no se siga cumpliendo en Colombia el viejo dicho egipcio: en la paz, los hijos entierran a los padres, en la guerra, los padres entierran a los hijos.
Las urnas le dijeron sí a “Juanpa”, como rebautizó al presidente una abuela llanera de excepción, la señora Plata. La presidencia tendrá que esperar para ganarse su primer Óscar. Pensilvania, Caldas, la cuna de “Zurriaga”, aguardará otra oportunidad para el hombre que le cargaba la maleta a su gurú político Rodrigo Marín Bernal.
Los cacofónicos compadres de las Farc prolongarán su sabático matizado con trago de piratas y habanos. Eso sí, maestricos, a buscar la paz. Si no la hacen y me los encuentro en la calle, les doy en la jeta, mmmmuchachos.
Un amigo recuperado, sastre veterano, me escribió: “Desde hoy me aplico al desmonte de las máquinas tres pasos de costura fuerte, porque ya no habrá moldes de chalecos antibala, blindaje3. Los cambiaremos por alegres chalecos salvavidas pa' los dialogantes habaneros con bolsillo pa la botella de Bacardí. Tampoco se coserán viseras camufladas con visor nocturno antiemboscada. Ni mochilas reforzadas de campaña pa' que se acabe la vaina. Esperemos que prospere el diálogo rapidito...”.
Otro amigo que volvió al redil se dejó venir con esta perla: “De la que nos salvamos… y en la que quedamos”.
La invitación pragmática es dedicarnos a disfrutar lo mejor que se ha inventado después del sueño y las mujeres: la simple cotidianidad, regalo de los dioses. Me despido con Cicerón: “Preferiría la paz más injusta, a la más injusta de las guerras”.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015