Andrés Hurtado


Andrés Hurtado García
Empecemos por Cisternino. Igual que otras ciudades de las que hemos hablado, se encuentra en una colina a 393 metros sobre el nivel del mar y está rodeada de planicies de un color verde profundo, debido a los viñedos y frutales. En el siglo XVI estuvo bajo el dominio de Venecia por un poco tiempo. El casco antiguo es de apariencia oriental y las calles son tan estrechas y las casas construidas de tal manera que han facilitado el nacimiento de relaciones de amistad y familiaridad entre los vecinos y amigos de tal manera que constituyen un hecho destacable en la vida de pueblo. Siendo todos los pueblos de Puglia hermosos, este me impactó sobre todo por la hermosura de los rincones.
De cara a las inmensas llanuras el pueblo ha levantado un monumento para recordar a los muertos de las dos guerras mundiales. En varios países de Europa, Francia e Italia por ejemplo, estos monumentos no pueden faltar, tan horribles fueron las matanzas que han quedado para siempre en la memoria de los supervivientes. “A la eterna juventud de nuestros hijos muertos en la guerra” así comienza la placa y en seguida están los nombres de todos los muertos del pueblo. Me tomo el trabajo de anotar los apellidos que más se repiten. O sea que desaparecieron familias enteras: padres, hermanos, primos, tíos. Los apellidos más repetidos son: Vitantonio, Convertini, Cecere, Scarafile, Fumarola, D’Aversa, Zizzi y Semeraro, que perdió, este último, más de diez familiares.
Giovannazo, es una alegre ciudad de la provincia de Bari, situada a orilla del mar Adriático. La llaman “la ciudad de las 100 iglesias”, y la verdad es que todos los pueblos y ciudades de Puglia podrían llamarse de la misma manera. Giovanazzo posee un barrio medieval en el cual se levanta la hermosa iglesia “dello Spirito Santo” construida en el siglo XIV. Lo primero que impacta en la enorme plaza es la Fuente de los Tritones, tal vez la más bella de toda la Puglia, fuente que no se queda atrás en belleza comparada con las más celebradas de Roma. La ciudad tiene varios arcos, uno de los cuales llamado de Trajano y otro muy curioso, el de Los Patos; nos contaban que por allí pasaban los patos en sus migraciones. Debe ser cierto pues así nos lo contaron pero ni Gianna ni yo alcanzábamos a entender cómo las bandadas de patos salvajes pudieran pasar por un arco situado dentro del barrio de la ciudad, teniendo para volar todo el espacio exterior sobre el mar. Un arco que puede tener máximo cuatro metros de altura y tres de anchura.
En el barrio medieval situado a orillas del mar, las calles son estrechas, como en todos los cascos antiguos de la Puglia, pero en ninguna parte vimos calles tan estrechas que no llegan a un metro de anchura en la parte de afuera, la que mira al mar y medio metro en la parte interior, la que da al barrio. Así son algunas callejuelas de Giovanazzo y puedo calcular su anchura porque en una de ellas tomé la foto de un gato y así pude hacer el cálculo. ¿Cuál era el propósito de semejantes calles por donde no cabe una persona? Cuando los sarracenos venían a tomar la ciudad no podían entrar y los defensores les disparaban desde dentro. Y cuando los desesperados atacantes viendo que no podían penetrar decidían sitiar la ciudad y rendirla por hambre, los inteligentes habitantes iban tierra adentro a traer provisiones por los túneles que habían cavado.
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